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jueves, 18 de septiembre de 2008

El diablo y el mal entre los mormones

IV ENCUENTRO CUBA-MÉXICO SOBRE RELIGIOSIDAD POPULAR.
EL DIABLO Y EL MAL ENTRE LOS MORMONES.
Dr. César Augusto Ruiz Rivera.

La religiosidad mormona, se estructura en una doctrina donde cada elemento cumple una función lógica Su religiosidad social y cultural se práctica con una auto-evaluación ética moral, planificando la vida diaria, pensando en el futuro personal, familiar, y grupal para la salvación del alma y la obtención de la gloria celestial.
Lo religioso, para el mormón, no es cosa de inteligencia, ni del sentimiento, sino de sentir que se esta con Dios mental, corporal y sentimentalmente.
Para el mormón dos de los símbolos doctrinales más importantes del Antiguo Testamento son los conceptos de Lucifer y la muerte, y el papel que tienen en un plan de salvación para poder alcanzar la gloria celestial. Todo comienza con el fruto prohibido del árbol de la ciencia del bien y del mal, que se menciona en el Génesis y que simboliza la conciencia humana que da el poder de distinguir lo bueno de lo malo, lo correcto de lo incorrecto, el amor del odio, las consecuencias del exceso a los frutos del deseo malsano, la intelectualización sin sabiduría, las consecuencias del orgullo, así como de todo acto indecoroso.
El árbol de la ciencia, del bien y del mal, representa el símbolo del nacimiento de la humanidad, la muerte y la resurrección. Todo provocado por la tentación de Satanás. La caída de Adán y Eva fue condición para que el hombre existiera y tuviera la oportunidad de probación, y de elevación personal.
Se puede decir que para el mormón el símbolo del concepto Padre Celestial es por si sólo el misterio de la vida, él todo poderoso que todo lo sabe, es una de las tres personas de la ‘trinidad’, es la sustancia invariable, incluso de la lógica y de la física que son parte de la existencia manifiesta. El misterio esta en la existencia misma del universo y de la vida. Dentro de la creación, para el mormón, lo único eterno es la inteligencia. Su hijo el creador Jehová, en la preexistencia, o Jesús el Cristo en el mundo mortal conforma la segunda persona de la trinidad. El Espíritu Santo, el tercer elemento de la trinidad, es el único que no a pasado por la probación de la carne, es el que da testimonio de todo lo existente.
El cielo es el símbolo del lugar donde se reúnen los espíritus de los muertos para esperar el juicio y la unión final del alma con el cuerpo resucitado. Para los mormones desde la gran batalla en los cielos, cuando Lucifer se rebelo en contra del padre celestial antes de la creación por su plan celestial. El albedrío o el derecho a decidir entre el bien y el mal, fue crucial para ganar el derecho de decidir nacer, de ser probado, y de morir. Esto es ser participe del plan de salvación, Satanás con su albedrío deseo ser como el Padre sin pasar por la muerte.
Para el mormón no hay ‘pecado original’. Los conceptos de la vida después de la muerte, tiene afirmación o explicación, su fuerza descansa en el hecho de que la muerte no despierta terror si no esperanza, al menos que sea un hombre sin fe ante la idea del carácter efímero de la existencia. En este caso, la muerte es solo una etapa y un suceso inevitable.
Para los mormones, los símbolos se forman por la idealización de las cualidades humanas. La simbolización excluye de Dios la imperfección del deseo humano. El lenguaje simbólico y el símbolo sólo se pueden tratar en la posición de una reflexión para la cual las ideologías, como las creencias, están apoyadas en motivos más o menos válidos.
Los mormones, que poseen un mismo nivel religioso cultural buscan en esta vida el equilibrio entre el conocimiento secular y espiritual, y entre la fe y su vida diaria. Lo que importa es que Dios este complacido por la fe, la esperanza, y la caridad del amor y compasión al prójimo, de la castidad personal, de mantener limpio el cuerpo y alma de toda impureza; haciendo esto se imita la naturaleza divina; para los mormones, así es la religión pura delante de Dios, y de Jesucristo.
Volviendo al término ‘misterio’ el cual es el límite de la competencia del entendimiento humano. El misterio del origen de la vida y de todo lo existente resulta de la evidencia ocular y sensitiva. El misterio es la evidencia del concepto espíritu, ya que este misterio lo rebasa necesariamente. De esta evidencia nacen los mitos, distintos aunque iguales en su sentido oculto, porque siempre se dirigen al misterio.
Para hablar del concepto misterio es necesario emplear la simbolización, esta es la lógica del mito. La evolución mitológica se desarrolla a partir del misterio y la huella del héroe en cuestión, Ante los mitos la mente humana no siempre es objetiva, ideal o absoluta. Por naturaleza es muy dada al error y se cierra ante lo inexplicable.
Dentro de los mitos siempre se distingue el bien y el mal que el hombre le hace a su prójimo; y el hombre es responsable ante la divinidad.
Todo esto es como respaldar la unidad de los contrarios es seguir el camino intermedio a lo compuesto en un enjambre de lazos aceptando ser y no ser a la vez, un yo único. La contradicción pareciera ser la que forma la raíz del ser, como si fuera una operación cuántica. Yo soy y no-yo, yo y anti-yo; soy una realidad y una virtualidad. Como si el infierno fuera una negación de una de dos opciones, y la salvación fuera una existencia incompleta o el destino espiritual la disminución del propio ser. O el paso de un infierno mayor a otro menor, hundiéndose o flotando, empujando hacia él a los otros.
Hasta esto parece ser contrario a la espiritualización, la represión es signo del miedo ante la verdad respecto a sí mismo.
Para los mormones la salvación radica en renunciar a la afirmación exclusiva de tal o cual aspecto negativo de la persona, en afirmar desechando la contradicción; ahí radica la verdadera humildad del mormón; el deseo de llegar habitar en la gloria celestial, y no en el infierno. Consiste en la libre elección de cada quién. El hombre es, y puede ser un sí, y un no ser, o un nada. Ser o no ser, esa es la cuestión: la gloria celestial o el infierno.
Tal vez las acciones y obras prácticas mormonas no produzcan un resultado muy visto a los ojos del mundo exterior, pero esto no significa que no tenga alguna función o influencia. El buen uso del albedrío tiene su función al influir a la sociedad mayor de dar ejemplo de disciplina y organización ética y moral. Es decir, en la sociedad todo individuo se ve influenciado al buen o mal uso del albedrío de cada individuo. Esto es como una telaraña que desencadena buenas o malas actitudes, en la medida que se da ejemplo de hacer lo bueno o lo malo; cada individuo dentro de la sociedad que tiene vínculos sociales con algún mormón aprende en algún grado buenas actitudes.
Por eso la fuerza simbólica de Lucifer y de la muerte, como mitos, están en su ámbito significante. No son meras ideas antiguas. Tienen una continuidad figurativa ancestral y polisemica a causa de muchas y variadas síntesis simbólicas, articuladas a leyendas protagónicas en el transcurso de toda la historia humana. La abundancia polisemica de la imagen-símbolo de estos personajes se encuentra en lo estético, lo moral, lo lúdico y lo mitológico, también tiene expresiones conceptuales e ideológicas que se unen al núcleo simbólico central. Ajustan la metonimia y la metáfora siempre que tienen contigüidad significante y semejanza. Son elásticos figurativos, fantásticos, híbridos, y gozan de un gran sincretismo racional y emocional.
El simbolismo se descifra sólo después de analizar numerosas manifestaciones y ejemplos, paso previo para el estudio comparativo que lleva a descubrir variedades y relaciones. Mircea Eliade nos dice al respecto que “...la investigación de las estructuras simbólicas no es un trabajo de reducción, sino de integración. Se comparan y se confrontan dos expresiones de un símbolo no para reducirlas a una expresión única, preexistente, sino para descubrir el proceso gracias al cual una estructura es susceptible de enriquecer sus significaciones. (Eliade, 1984: 260)
El simbolismo de Lucifer y la muerte tiene, en principio, una relación religiosa en tanto refiere normas morales reales, a la cosmovisión, o a una significación misteriosa de la obra divina. Por eso implica una doctrina que tiene que ver con la existencia humana y del mundo. La función del simbolismo religioso esta en la capacidad de atestiguar situaciones contradictorias o estructuras de la realidad que es imposible de expresarse de otro modo. En el caso del diablo y de la muerte la premisa se aplica a su capacidad de revelar aspectos incomprensibles al entendimiento común de la realidad, y la convivencia de valores antagónicos que forman una unidad.
Nos dice Eliade que el valor del simbolismo refiere una realidad o una situación que compromete la existencia humana, plano que diferencia los símbolos de los conceptos. Los símbolos se mantienen en contacto con las fuentes profundas de la vida, expresan lo espiritual vivido. Por eso mantiene su condición numinosa y que supongan revelaciones para quienes saben descifrar su mensaje. Conciertan situaciones subjetivas con la objetividad de las relaciones personales. (Eliade, 1984: 261-269)
El punto de contacto con todo esto es la ambivalencia religiosa. Que las imágenes de santos y vírgenes se oponen, confunden e invitan a costumbres humanas dañinas. Que estos símbolos dobles van de lo bueno a lo satánico. Creencias y costumbres que se explican a partir de la situación social subordinada del hombre dentro de la naturaleza y de la sociedad. Para los mormones la cultura religiosa hebrea se construye para todos los pueblos con este fin. Como dirían los mormones, apoyados en Job y las escrituras; “Y dijo Jehová al hombre: He aquí que el temor del señor es la sabiduría. Y el apartarse del mal, la inteligencia” (Job 28: 28-29, la cursiva es agregado mío). “Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad” (Juan 18: 37). “Y la verdad los hará libres” (Juan 8: 32). La verdad entendida como el hacer el bien, lo correcto, amar y perdonar, escoger siempre lo bueno, en obedecer los mandamientos, como las leyes que rigen en cada país. Conocer esta libertad nos hace desprendernos del error y adquirir la capacidad de no dejarse engañar por argumentaciones falsas. Para los mormones la libertad es conocer el potencial divino de Cristo, la conducta de humildad que encierra en su interior el ser humano: la caridad, unida a la fe y la esperanza.
En toda comunidad religiosa se encuentran elementos humanos no muy convencidos de su doctrina porque han sido tentados por Satanás ha ser malas personas, en los mormones no es raro esto, pero la mayoría trata en lo posible de construir un mundo mejor para sus hijos a partir de la doctrina. Hay un artículo de fe mormona que dice: “Creemos en ser honrados, verídicos, castos, benevolentes, virtuosos, y en hacer el bien a todos los hombres... Todo lo creemos, todo lo esperamos; hemos sufrido muchas cosas, y esperamos poder sufrir todas las cosas. Si hay algo virtuoso, bello, de buena reputación o digno de alabanza, a esto aspiramos.” Esto es lo que se le enseña a sus nuevas generaciones: a ser buenos ciudadanos.

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