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miércoles, 24 de septiembre de 2008

El Diablo con faldas

24 de septiembre de 2008
El Diablo con faldas
César Augusto Ruiz Rivera
Existen algunas semejanzas en las pinturas y esculturas prehispanicas con las de los artesanos indígenas del inicio de la Nueva España que sugieren fuertemente que las identidades y la naturaleza originales de las tzitzimime cambiaron durante los primeros años de la conquista española. Las imágenes pictográficas y descriptivas de los cronistas novohispanos dan la evidencia de que el clero católico de la época cambió la consepción descriptiva de las tzitzimime femeninas, por la imagen católica del diablo español, en un proceso satanizador masculinizante, mientras que las tzitzimime eran femeninas antes de la conquista.
En la mitología azteca, las Tzizimime eran representadas como las deidades celestiales que intentan continuamente destruir el mundo. Eran consideradas las estrellas femeninas que intentaban impedir que el sol nazca atacando al amanecer y al anochecer, sobre todo durante los eclipses. Se creía que estas deidades vendrían ha vivir tras el fin del mundo, así como que brillaban por la noche sobre los cruces de caminos esperando a algún humano. La más importante de estas deidades es Itzpapalotl. Otra de ellas fue Mayáhuel que participó en el mito de la creación del Maguey.
Tzitzimime, representación en el Códice Magliabechiano
En la mitología azteca, Itzpapalotl (De "itztili", obsidiana, y "papálotl", mariposa, ya que en sus alas lleva navajas de obsidiana) era una diosa mexica terrible con apariencia de esqueleto, que gobernaba en el Tamoanchan; comanda a las Tzitzimime y es la consorte de Mixcóatl. Se le consideraba el arquetipo colectivo de la anciana sabia y de la bruja poderosa. Según la leyenda, Itzpapalotl cayó de los cielos junto con las demás Tzitzimime, y algunos seres como escorpiones y sapos. Itzpapalotl vestía una capa invisible para que nadie la pudiera ver. Se creía que se maquillaba como una señora de la Corte mexica, con polvo blanco y coloretes. Se le representaba con dedos que se estrechan en garras de jaguar, y los dedos de los pies en garras de águila. Esta diosa originaria de las tribus chichimecas la relacionaban con la madre tierra, con la muerte y la guerra. Los aztecas también la llamaban Tlazoltéotl y era la diosa de la inmundicia y comedora de los "pecados". En Teotihuacán, Itzpapalotl se encuentra en el palacio de Quetzalpapalotl, y es la regente de la decimoquinta sección del tonalpohualli o calendario ritual.
Itzpapalotl en el Códice Borgia

Como Tlazoltéotl era la diosa (Devoradora de la Mugre) de la tierra, el sexo y el nacimiento en la cultura azteca. Era la diosa que eliminaba del mundo el pecado y la diosa más relacionada con la sexualidad y la inmoralidad. Se le relacionaba con la luna. En los códices se le representa en la postura azteca de dar a luz, o a veces defecando debido a que los pecados de lujuria se simbolizaban con excrementos. Era conocida como la comedora de suciedad debido a que se creía que visitaba a la gente que estaba próxima ha morir, por lo que se cree que se le confesaba a ella los pecados, y ella se comía su "suciedad" (sus pecados). De esta manera los mexicas se confesaban ante sus sacerdotes para limpiarse sus pecados. La diosa Tlazoltéotl mostraba las contradicciones de algunos valores morales sobre la feminidad en la sociedad azteca, traía el sufrimiento con enfermedades venéreas, e inspiraba las desviaciones sexuales pero a la vez tenía la capacidad de absolverlas, y todo ello siendo diosa madre de la fertilidad, del parto, patrona de los curanderos y a la vez diosa que traía locura.
Tlazoltéotl en el Códice Borbónico
Cihuacóatl (también Chihucóatl o Ciucóatl) Divinidad azteca, mitad serpiente mitad mujer. Míticamente Cihuacóatl fue la primer mujer en dar a luz, considerada por ello protectora de los partos y, en especial, de las mujeres muertas al dar a luz. Cihualcoatl en la mitología ayuda a Quetzalcóatl a construir la presente era de la humanidad moliendo huesos y mezclándolos con sangre. Es madre de Mixcóatl, al que abandonó en un cruce de caminos. La tradición dice que regresa frecuentemente para llorar por su hijo perdido, pero en el lugar sólo halla un cuchillo ritual para sacrificios. Regía sobre el Cihuateteo. Dentro del mito, esta divinidad surge en forma fantasmal para advertir sobre la destrucción del imperio de Moctezuma, con el paso del tiempo se sincretizo con la leyenda popular española de La Llorona. Es también un aspecto de Ilamatecuhtli, Toci y Tlazolteotl.
Toci, en el panteón azteca es denominada Teteo Innan, “La abuela de los dioses”, es la diosa del plenilunio, también de las inmundicias, y del pecado (como tlazolteotl). En Tlaxcala es considerada la abuela de los Dioses, de los temazcales, de los Textiles y de la Salud. Para los aztecas dominaba el décimo cuarto día del calendario religioso, en tanto que como diosa de la fertilidad se identifica y adopta los rasgos de la diosa Toci, sobre todo en el transcurso de la fiesta del undécimo mes del año azteca Ochpaniztli o la gran barredura. Sahagún describe los ritos que hacían con la víctima selecta y el desollamiento final de ésta para halagar a nuestra abuela Toci.
Noemí Quezada en un estudio extenso, la ubica como diosa del placer sensual ya que al ser la patrona de los tejedores, y de las ocupaciones asociadas (hilandera y tejedora) evocan el movimiento sexual mismo que tiene que hacerse con arte o punto de vista del artista. Su ichcaxochitl o venda de algodón sin hilar así como su tlaxapochtli son símbolos de lo femenino, del pecado, y de la prostitución. Los himnos a ella están llenos de nahuatlatolli o vocablos exquisitos y que jamás se oyen en lenguaje corriente:
Nyman no cecemmani oaltemo in tlalticpac
Quioalcui, quioaltemoa in malacatl in tzotzopaztli,
in tanatli, in ixquichcioatlalquitl quioaltemoa…

Luego se esparcían y descendían acá a la tierra
Y buscaban husos para hilar, y lanzaderas para tejer, y petaquillas y
Todas las otras alhajas que son para tejer y labrar… (Jesús Oropeza Hidalgo, Santa Ana de Mis Recuerdos)
En el calendario náhuatl quien nacía en el día xóchitl estaba predestinado a ser una persona muy buena que se autosacrifica por la felicidad de los demás. Su santuario principal se ubicaba en la hoy ciudad de Santa Ana Chiautempan, Tlaxcala.
Mapa de Santa Ana Chiautempan en 1557, obsérvese el Teocalli de la Diosa Toci, entre los de las deidades Sihuateotzin y Matlalcueye.
La concepción pictográfica de esta Diosa en el mapa de santa Ana Chiautempan del insigne maestro Desiderio Hernández Xochitiotzin, a petición del Licenciado en historia Miguel Ángel Meneses Ordoñez, cuyo nombre aparece en el tocado de la diosa de manera casi imperceptible, y la de su autor al calce. La primera vez que se usa esta imagen pictográfica de modo oficial es durante el gobierno muncipal del Lic. René Lima Solis como alcalde de Chiautempan, y es usada posteriormente por diversos historiadores y estudiosos del mundo nahuatl sin citar la fuente de su procedencia, así mismo, cabe anotarse que, el Teocalli de la Diosa Toci, se localizó en lo que hoy es conocido como el Convento Franciscano de Nuestra Señora de Los Ángeles, basado en Fray Bernardino de Sahagún y Fray Juan de Torquemada, en sus obras "Historia de las Cosas de la Nueva España" y "Monarquía Indiana", respectivamente, además de que también se muestra dicho templo en el mapa de Chiautempan, que data de 1557, hecho por el Tlacuilo Valeriano Axoco.
Mictecacihuatl, en náhuatl "Señora del muerte", en la mitología azteca diosa del Mictlan, el inframundo (en las culturas prehispánicas no existía el concepto de infierno). Su propósito era vigilar los huesos de los muertos. Ella presidía los festivales de los muertos (que evolucionaron hasta el día de Muertos actuales. A veces se le representa trabajando en conjunto con Mictlantecuhtli, y a veces en conflicto. Mictlantecutli es el dios azteca del inframundo y los muertos, también era llamado Popocatzin, del "popo" humo, por lo tanto era el dios de las sombras. Juntamente con su esposa Mictecacíhuatl, regían el mundo el inframundo o Mictlán. Ejercía su soberanía sobre los "nueve ríos subterráneos" y sobre las almas de los muertos. Se le representa como el esqueleto de un humano con una calavera con muchos dientes. Asociado con las arañas, los murciélagos y los búhos, al ser dibujado se representaba con cabello negro y con ojos estelares o estrellas.
Los cronistas españoles que escribieron durante la primera mitad del s. XVI, describieron a estas deidades ya mencionadas como exclusivamente o predominante masculinos. Pero el potencial demonológico español en las tzitzimime para la gente fue definitivo durante los períodos de la colonización novohispana. La cultura prehispánica, en contraste de la española, con respecto de las tzitzimime más importantes, era con respecto a las deidades ambivalentes creadoras como potencias generativas, esto las hicieron capaces de prevenir y de curar enfermedad así como causar daño. En principio, las tzitzimime eran y tenia atributos femeninos, la principal tzitzimitl fue Citlalicue, pasando ella potencias a sus demás advocaciones cosmogónicas, como por ejemplo la diosa Cihuacoatl que, como la diosa Citlalinicue, eran deidades patronas de las las parteras y embarazadas aztecas y se le asociaron a las almas de las mujeres que habían muerto en parto.
La deidad masculina de Huitzilopochtli fue insertado en la historia azteca de la creación en su advocación de Ometecuhtli, "señor del hueso." Como el otro tzitzimime, sin embargo, Omitecuhtli fue utilizado para curar al enfermo, especialmente niños, y para conceder sus poderes generativas en los altos oficiales del gobierno. Las potencias mágicas fueron embutidas en ropas de las Tzizimime. Sus cabos y faldas fueron adornados con los cráneos y los huesos cruzados que fueron, a la vez, combinados con símbolos de estrellas y, de vez en cuando, con cuchillos de piedra. Esto explica porqué las peticiones para ayuda fueron hechas al parecer en una plataforma de piedra que llevaban estos diseños. Las plataformas representaron los cabos sagrados y las faldas que, eran la esencia de los dioses. Las parteras y los curanderos de ambos sexos hicieron probablemente el uso especial de estas plataformas, cuando se les proporcionaron acceso directo a la tzitzimime. La materialización de la ropa sagrada que se incorporó tenia la esencia generativa de la tzitzimime que proveyo a los aztecas los medios de solicitar su ayuda en enfermedad, y para evitar la destrucción cósmica.