UNA PROPUESTA PARA EL COLAPSO DE LA CULTURA MAYA
Contrario a lo que se piensa, no hubo solo ese gran colapso al final del Clásico, también uno menor al final del Pre Clasico hacia el 150 DC, así como pequeños colapsos en el Post Clásico. El colapso del Clásico no fue completo, porque miles de descendientes Mayas (28 tribus), sobrevivieron en áreas con buenas fuentes de agua y se enfrentaron con los conquistadores españoles. El colapso de la población, como se observa por las casas de los comunes y herramientas de obsidiana fue en muchos casos mas lento que la cesación de fechas en Cuenta Larga. Muchos aparentes colapsos de ciudades no fueron más que ciclos de poder cuando ciudades vecinas se hicieron mas poderosas que sus rivales, para luego declinar o ser conquistada por otra, sin causar cambos importantes a la población de esta. Finalmente innumerables ciudades en el Mundo Maya fueron abandonadas, cerca del 900 DC, aunque fue un proceso predominantemente, de sur a norte, y de oeste a este, que se inicio unos 100 años antes.
Actualmente El Petén, geográficamente, el departamento más grande de Guatemala, tiene una población de 400,000, viviendo en poblados aislados en un entorno selvático. En el siglo VIII DC., se calcula que tenía unos 10 millones de habitantes. De hecho la densidad de población de ciudades como Tikal se calcula en unos 2,400 por KM2, que es mas de la mitad de la actual Nueva York, siendo el paisaje, un tejido de campos cultivados de manera intensiva, pueblos pequeños unidos por caminos y Ciudades grandes unidas por Sacbe'ob, o caminos pavimentados.
El abandono de El Mirador y las otras ciudades de la cuenca, fue rápido y duradero. Hubo reocupación en el Clásico Tardío de algunos de sus complejos, pero nunca rivalizaron con el apogeo cultural del Preclásico, aunque es la fuente de la exquisita Cerámica estilo Codex. Las fechas del polen del lago Puerto Arturo corroboran este abandono. La evidencia paleo-ambiental de este segundo abandono es similar a la recuperación de las plantas selváticas del Preclásico. Aumento en los valores para hierbas y polen de Maíz, del ca. 300 A.C. al 100 D.C., marcan la intervención del hombre, y después del 100 DC. estas comienzan a declinar y desaparecen hacia el 225 DC. Pareciera que el abandono del Preclásico, ocurrió poco después del 100 DC. El Colapso del Clásico tardío, esta claramente marcado por el polen del Lago Puerto Arturo. Un cambio abrupto ocurrió en el 915 DC. y para el 960 DC, el polen de las hierbas y Maíz que había dominado por 2400 años bajo casi a Cero, lo cual se mantiene hasta el presente. Los rápidos cambios del polen en este tiempo son muy similares a los de la "Aguada Zacatal", cerca de Nakbé (Wahl 2000). La recuperación del Bosque fue igualmente rápida, ya que tomó unos 100 años. La vegetación muestra tres períodos de disminución o abandono del área en el Holoceno tardío: ~(550-350 A.C.), ~ (130-225 D.C.), y ~ (950 D.C.) al presente. (David Wahl, 2005, FAMSI) .
Antes de su colapso, El Imperio Maya se extendía desde su centro en el Petén de Guatemala hacia las Tierras altas y bajas de Centro America. Muestras de Polen en toda le región dan evidencia de una deforestación muy importante hace unos 1,200 años, cuando el polen de hierbas reemplazó casi totalmente al de los árboles. La desaparición de los bosques, elevo la erosión y evaporación; la evidencie de erosión aparece en gruesas capas de sedimento en los lagos. Esto también produjo severas restricciones en la Agricultura intensiva que emplearon los Mayas, por los últimos 2000 años.
“Otra pieza de evidencia, es el grosor de los pisos en las ruinas Mayas. Ellos necesitaban unos 20 árboles [para tener una hoguera lo bastante caliente y grande] para hacer 1 metro2 de estuco. En las ruinas tempranas, los pisos eran de unos 30 cm. o más, pero progresivamente se fueron haciendo más delgados, los últimos eran de unos cuantos centímetros de grosor”, El científico atmosférico Bob Oglesby, del Marshall Space Flight Center, llama a éste episodio de deforestación Maya “La abuela de todos las deforestaciones.” El Dr. Hansen quien estudia La Cuenca Del Mirador, afirma que esto mismo paso al final del Preclásico. Los estudios demuestran que la deforestación coincide con una dramática caída de la población. Luego de dos milenios de crecimiento, la población Maya llego a tener una densidad de 500 a 700 personas por milla en las áreas rurales, y de 1,800 a 2,600 por milla2 en el centro del Imperio, lo que es hoy El Petén en Guatemala. Por comparación, el Condado de Los Angeles tenía 2,345 habitantes por milla en el 2000. Tom Server de la NASA, dice que para el 950 D.C., la población había desaparecido en un 90 al 95%.
“Si deforestamos una área de bosque y la reemplazamos con hierbas, aumentamos mucho el calor —tanto como 5 o 6 grados Celsius,” dice Oglesby. La luz del sol, que normalmente evapora el agua de la copa de los árboles, lo hará en la tierra. Aunque este modelo parece ser mas drástico de lo que pasó, (la región estaba bastante, pero no completamente deforestada), Oglesby cree que ésta deforestación contribuyó a una sequía. El sedimento de los lagos indica que coincidentemente con la deforestación, hubo una sequía, “Combinado con los cambios de uso en la terreno, la sequía debió de haber sido doblemente perjudicial.” Para el 950 D.C., Todas las ciudades de las tierras Bajas estaban desiertas. (NASA -DAAC Study, Michon Scott).
El Muy forestado Petén de Guatemala se destaca en negro, en gran contraste con el paisaje deforestado de Mexico. Landsat NASA
Algunos arqueólogos, no aceptan la existencia del Colapso Maya, debido al surgimiento de sitios en Yucatán, pero estos eran Toltecas que adoptaron aspectos de la Cultura Maya, es mas, ellos ignoran hechos obvios como: La desaparición del 90 al 99 % de la población del Petén, El Sistema de la Cuenta larga, de la institución del reinado, Arquitectura clásica y muchas otros aspectos esenciales de la cultura y política del Clásico. Para entender el Colapso debemos examinar sus dos aspectos mas importantes: La Sequía y La Guerra
Los agricultores Mayas eran conocedores de técnicas sofisticadas para aprovechar al máximo los delicados suelos tropicales. Pero al inicio del siglo VIII, estudios de sedimentos en lagos del Petén, muestran que una serie de sequías prolongadas azotaron al mundo Maya, especialmente a ciudades como Tikal, que dependía de la lluvia para irrigación y los usos domésticos. Puertos ribereños como Yaxhá y Cancuén pudieron escapar de la escasez de agua, pero a lo largo de la región Maya, esos sedimentos también muestran capas de suelos erosionados, testimonio de una deforestación intensa y descritas por Gill en "The Great Maya Droughts".
La Guerra entre los Mayas involucraban varios tipos de violencia: Batallas entre reinos diferentes, intentos de ciudades menores de derrocar a la ciudad que le rendían tributo, y guerras civiles entre pretendientes al trono a la muerte del Ahau (Ajau o Ajaw). Todos estos eventos eran descritos en monumentos, debido a que en las guerras siempre participaban los Ahau y la nobleza. Aunque no consideradas dignas de ser relatadas, probablemente, las luchas entre la gente común por la posesión de tierras, dada la escasez de ésta, en un área superpoblada, debieron de haber existido. El dios Bolon Yookte' K'uh es asociado con la guerra y Xibalbá, y es uno de los que descenderá al final de la Quinta era Maya, (Dic 21, 2012), este personaje aparece en los famosos vasos de los 7 y 11 dioses, de el sitio Naranjo, en Petén.
El resurgimiento de los Mayas después del Colapso del Preclásico, pudo haber sido facilitado por un período lluvioso cerca del 250 DC., después de una sequía ca. del 125 DC y relacionada, por los arqueólogos con el colapso del preclásico. Este colapso fue seguido de una estabilidad climática hasta el año 600, que coincide con el Hiatus de Tikal y otros sitios, cerca del 750 DC, comenzó la peor sequía en 7,000 años, culminando ca 800 DC, y coincidiendo sospechosamente con el inicio del Colapso Maya. El área mas afectada fue la mas densamente poblada, ya que están en áreas donde cenotes o pozos, no eran factibles, por encontrarse a mas de 200 mts. sobre el nivel freático.
El sitio del clásico tardío de Punta de Chimino, en la laguna Petexbatún. Note las paredes defensivas y los cortes que la separa de tierra firme.
Cuando las cosas andaban mal era poco lo que el Ku'hul Ajau podia hacer para ayudar a su gente. El Monocultivo, o el cultivo de un producto básico que pudiera ser almacenado por largo tiempo, para tiempos de escasez no era posible en el clima tropical. Los Mayas, producían pequeñas cantidades de muchos productos diferentes, como maíz, frijol, calabazas, y cacao. Esto era suficiente para alimentar a su reino pero sobraba poco.
Mientras tanto la sociedad Maya, estaba creciendo peligrosamente. La poligamia entre las elites, y las bodas entre familias reales, eran muy comunes. Los señores demandaban jade, conchas, plumas del exótico Quetzal, ceramicas finas y otros objetos ceremoniales caros para afirmar su estatus en el Cosmos Maya. Un rey que no podía llenar los requisitos se arriesgaba a ser alienado.
Machaquilá Altar destruido en la antigüedad
La rivalidad tradicional entre Ciudades Estado, empeoró las cosas. El Ku'hul Ajau se esforzaba para superar a sus vecinos, haciendo templos más grandes, palacios más elegantes, y ceremonias publicas más laboradas. lo que requería mas fuerza de trabajo y recursos, llevando a guerras para obtenerlos, al haber mas impuestos y demandas, el sistema político Maya, se tambaleó.
La mayor rivalidad de todas, impulso a su cúspide a los Mayas, para después despedazar su mundo. Al inicio del siglo V, la ciudad estado de Tikal, expandió sus influencias adquiriendo sitios aliados y/o vasallos, hacia el sur, este y oeste hasta Copán, un siglo después un retador surgió: La ciudad de Calakmul, al norte de Tikal, la cual forjó alianzas con ciudades del Petén y Belice, como Waka', Caracol, Naranjo y Dos Pilas. Estas dos grandes ciudades, tuvieron un conflicto que duró 130 años. (Ver Guerras Mayas)
Este período marcó la era dorada de los Mayas. Los Ku'hul Ajau estaban en su apogeo en estas dos alianzas, en arte y monumentos, así como en numerosas pero limitadas batallas. Calakmul derrotó a Tikal en el 562 DC, pero no destruyó la ciudad o a su población, eventualmente Tikal al mando de Hasaw Chan Kawi'l, derrotó definitivamente a Calakmul, y llevo a Tikal a su apogeo.
Simon Martin, con Nikolai Grube de la Universidad de Bonn, comparan la rivalidad entre Tikal y Calakmul, con la de los EEUU y la URSS en el siglo XX, quienes competían en esferas de influencia, armas y hasta en la carrera espacial, sin que ninguno de los dos triunfara definitivamente, la Guerra fría, aparentemente trajo estabilidad, al igual que sucedió en el Mundo maya. "Había cierto grado de destrucción", debido a esta rivalidad, pero "Hubo cierto grado de equilibrio", dice el arqueólogo Guatemalteco Héctor Escobedo.
El Colapso se inicio en la ciudad de Dos Pilas, cerca del Río La Pasión, río abajo de Cancuén. En el 630 Tikal, tratando de reafirmar su dominio de la ruta de comercio del Río La Pasión, la cual era cada vez mas influenciada por Calakmul, expandió la ciudadela de Dos Pilas, que no tenia otra riqueza que su localización. Dos Pilas no tenia grandes campos de cultivo, ni vendía nada, los estudiosos la llaman "Un estado depredador". que dependía del tributo de otras ciudades cercanas, la Guerra para Dos Pilas, no era solo ritual para glorificar al rey, era de subsistencia, y llevaron la guerra a: Arroyo de Piedra, Tamarindito, Ceibal e Itzán la historia de violencia del reino, se inició cuando Tikal instaló en el 635 a uno de sus príncipes, Balaj Chan Kawiil, como el gobernante de Dos Pilas. quien inició el embellecimiento de la ciudad, pero en el 658, Calakmul, atacó y Balaj Chan Kawiil se fue al exilio.
Sabemos el resto de la historia, debido a una tormenta que derribó un árbol y dejo al descubierto una magnífica escalinata jeroglífica en Dos Pilas. Estas revelaron que, Balaj Chan Kawiil retorno dos años después de su exilio, pero como subordinado de Calakmul. El rey de Dos Pilas, ayudó a cimentar el control del río La Pasión, durante las siguientes dos décadas. Luego Calakmul le ordenó a Balaj Chan Kawiil atacar a su hermano el rey Tikal.
En el 679 el atacó a su ciudad natal, y según los textos "Montañas de cráneos fueron amontonados y la sangre fluyó" . Balaj Chan Kawiil triunfó y su hermano murió en la batalla, llevando a Calakmul a su apogeo y transformó a Dos Pilas en la ciudad dominante del Petexbatún, en el suroeste del Petén.
Tikal sobrevivió, se reagrupó y menos de 20 años después, atacó y derrotó a Calakmul. Una escultura de estuco en la acrópolis central de Tikal, muestra al rey de Calakmul esperando a ser sacrificado, esta fue una derrota de la que Calakmul nunca se recuperó, pero Tikal tampoco volvió a ser la misma, ya que a pesar de salir vencedora, nunca recuperó el control total del Mundo Maya, especialmente en el suroeste, de acuerdo a Robert Sharer, de la Universidad de Pennsylvania. Lo que pasó luego, no está del todo claro, ya que Dos Pilas continuó sus guerras con Tikal, y consolidó su hegemonía en el Petexbatún por medio de alianzas y guerras, y sus gobernantes hicieron nuevos monumentos y otra capital, Aguateca.
Pero en el 761, la suerte de Dos Pilas se terminó, sus antiguos aliados y vasallos, conquistaron la ciudad, enviando a sus gobernantes al exilio. Dos Pilas nunca fue ocupada de nuevo, y Aguateca tuvo un destino similar, siendo quemada y abandonada a toda prisa en el 810 DC. En vez de crear orden, las guerras comenzaron a crear un mayor desorden; en vez de que un rey saliera victorioso, cada conflicto creaba mas pretendientes, las victorias, en vez de producir más monumentos y templos, fueron transitorias y cada vez menos rememoradas. Las derrotas produjeron que los ciudadanos, destruyeran sus edificios Ceremoniales para hacer barricadas, en prevención de nuevos ataques, las ciudades no fueron reconstruidas, simplemente dejaron de existir.
Dos Pilas, Mostrando sus muros defensivos, B, usando material del palacio, D y templos, viviendas de la Elite en la plaza mayor E.
Ciudades menores, trataron de aprovecharse de este caos, pero ninguna pudo. En vez de ello, las ciudades buscaron aprovecharse de los recursos cada vez mas escasos, la gente común, probablemente se escondió, huyó o murió.
Por un tiempo, los nobles encontraron refugio en ciudades tranquilas como Cancuén, un puerto pacífico aguas arriba del Río La Pasión, aun cuando las ciudades río abajo se sumían en el caos, durante el siglo VIII, Cancuén prosperaba por medio del comercio de objetos de lujo, y ofreciendo lujosos alojamientos a los visitantes de elite. El arquitecto de esta época dorada fue el Rey Taj Chan Ahk, quien asumió el poder en el 757 a los 15 años.
Cancuén tenía una larga historia como un puerto estratégico de comercio, pero Taj Chan Ahk la transformó en un centro ceremonial impresionante. Su centro era un palacio de tres pisos y 25,000 Mt2, con techos abovedados y 11 patios, hecho de sólidas rocas calizas y sobre un promontorio a la orilla del río. Era un escenario perfecto para un Rey Maya semidiós y Taj Chan Ahk, era un maestro en ese papel, aun cuando todo se derrumbaba en otros lugares.
No hay evidencia de que Taj Chan Ahk alguna vez peleó en una batalla, pero el se las ingenió para dominar toda la región del Río la Pasión, por cerca de 40 años, haciendo alianzas con Ceibal y otras ciudades. Un magnífico altar de Cancuén, fechado el 790 lo muestra a él, en un juego ceremonial con el gobernante de Machaquilá, talvez para celebrar una alianza o una visita de estado. Taj Chan Ahk murió en el 795 y fue sucedido por su hijo Kan Maax, quien expandió el palacio de su padre. Pero la pompa y los rituales, no pudieron mantener unido el universo Maya. En 5 años, el caos llegaba alas puertas de la ciudad, y en un terrible día, su gloria se extinguió. En el año 800, la pacifica Cancuén, fue invadida. Kan Maax debió de saber que se acercaba el problema, ya que el trató de construir unas defensas para proteger su palacio de 200 habitaciones, pero nunca las llegó a completar. El ataque fue muy rápido y llego pronto al corazón de Cancuén. La velocidad es obvia, proyectos de construcción sin terminar, monumentos a medio hacer llenaban las calzadas, Ollas y cuencos amontonados en la cocina del Palacio.
Cancuén: Estelas Rotas.
Los invasores, tomaron 31 rehenes, cuyas joyas y adornos, los identifican como nobles, seguramente miembros de la corte de Kan Maax, Los rehenes incluían Mujeres, dos de ellas embarazadas y niños. Todos fueron llevados al patio ceremonial del palacio y ejecutados sistemáticamente, con lanzas y hachas, empalando o decapitando a sus víctimas, los cuerpos fueron lanzados a la cisterna de agua del palacio, de unos 9 mt. de largo y 3 de profundidad, que estaba pintada de estuco rojo y alimentada por una fuente subterránea. Fueron enterrados con todas sus preciosas joyas y ornamentos. Kan Maax y su reina fueron enterrados a unos 90 mts. en una construcción parte del remodelamiento del palacio. El rey todavía usando su adorno en la cabeza y el collar de madre perla, que lo identificaba como el Ku'hul Ajau Cancuén.
Palacio de Cancuén, mostrando la cisterna
Nadie sabe quienes fueron o que buscaban los asesinos. El robo no fue el motivo ya que por lo menos 3,600 piezas de jade, incluyendo varios trozos grandes de Jade fueron dejados sin ser tocados, la cerámica de la cocina del Palacio y los utensilios, se quedaron allí,. Pero los arqueólogos ven un claro mensaje de los invasores: Al depositar los cuerpos de la familia Real en la cisterna "Ellos envenenaron el agua", dice Arthur Demarest de la Universidad de Vanderbilt. Ellos también destrozaron las caras de todas las Estelas en Cancuén y las tiraron, :El sitio, fue destruido ritualmente".
La Ultima Estela fechada con la Cuenta Larga, es la Estela 2 de Ixlú en el 910 DC. al igual que un altar de Altar de Sacrificios.
Agricultura Maya
Guatemala es el hábitat de la Euchlæna luxurians, llamada "Teosinte" que es la hierba salvaje que se hibridizó con Tripsacum spp o Hierba gamma, de cuya mezcla se deriva Zea Luxurians, (anteriormente Zea Guatemala), que se encuentra únicamente en Guatemala y Nicaragua.
El Zea Mais, es la variedad para cultivo de Maíz. El nombre Teosinte, es originario de Guatemala y parece no haber sido usado por los antiguos mexicanos. No se ha encontrado Teosinte en la costa del Caribe de Mesoamérica, el Itsmo de Tehuantepec y Yucatán. Irene Holst et al,PNAS November 6, 2007 vol. 104 no. 45 17608-17613
Espigas de Zea diploperennis, granos maduros en vainas
Zea mays parviglumis var huehuetenangensis. (Fotos por Hugh Iltis y J.F. Deobley)
Comparación de Teosinte y maíz primitivo
La agricultura Maya fue la base de su civilización. Maíz (Ixim), frijoles (bu´u'ul), calabazas (Lek), chiles (Ik), tomates, yuca, algodón, Cacao (Kakau), y varias clases de árboles frutales fueron cultivados. Los Mayas almacenaban sus cosechas en andamios de madera, pero también en bodegas subterráneas o Chultunes, muy comunes desde el Pre Clásico. No se puede asegurar desde cuando consumían tortillas, pero otras formas de preparar el maíz son bien conocidas, como atol, el cual mezclaban con chile para el desayuno, pozol, una mezcla con agua y masa, que se llevaba al campo como refrigerio y los conocidos tamales. La cocina de la gente común (se sabe poco de la de la clase alta) estaba mayormente circunscrita a alimentos simples como cocido, (carne y vegetales), al que se le añadían sal, achiote, chile y pepitoria (semillas de calabaza molida) como condimento, como lo demuestran los hallazgos en los basureros situados detrás de las casas.
El Maíz, (Principalmente la variedad Nal-Tel) se preparaba, hirviéndolo o remojándolo en agua con cal, luego era drenado, mientras se encontraba húmedo, se molía en un metate con una piedra de moler o mano. la masa resultante se mezclaba luego con agua y chile para hacer (ul) atol o el mas espeso (Sakha') o pozol que llevaban en cuencos al campo, o se palmeaba para hacer tortillas (waj) y comerlas con frijoles y chile. En ocasiones especiales se mezclaba con chocolate, chile y carne para hacer tamales, los que se envolvían en hojas de Maxán, para cocinarlos. Las diferentes variedades de frijoles (Negros y Rojos) y calabazas, eran cultivados junto al maíz, y yuca en filas alternas. A diferencia de las actuales etnias, que su dieta esta compuesta en un 75% de maíz, durante el preclásico y el clásico, este no constituía mas del 3o% de la dieta y esta era variable dependiendo de cada sitio.
Hojas de Maxán
Metate y Mano
Señor, recibiendo Chocolate, note los tamales debajo, cubiertos de chirmol (salsa) con chile
Los arqueólogos habían asumido hasta hace poco que la Agricultura Maya era mayormente del tipo de tala y quema, resulta que la mayoría de ciudades tanto del Preclásico como del Clásico, usaban la agricultura intensiva, valiéndose de terrazas, rellenas de los lodos de los bajos, que eran muy fértiles, así como usaron el drenaje de los bajos, canales de irrigación, cultivo de árboles, uso de árboles como el huixil (Leucaena Leucocephala), y otras substancias como abono para nitrogenar la tierra y en menor escala, la tala y quema. (Ver Holmul).
Aún la Selva tropical experimenta una estación seca cada año; los árboles absorben agua del suelo, pero "Los Mayas no podían hacer pozos, ya que ésta se encuentra a unos 150 mt. de profundidad en el Petén, así que ellos dependían de la lluvia.” En la región del Petén que Tom Sever estudió, el agua de lluvia se acumula en pantanos llamados bajos, que cubren un 40 % del paisaje. Hoy esta lluvia se evapora antes de que alguien la use, pero las excavaciones e imágenes de satélite revelan una red de canales entre los Cibales o bajos,
Sever cree que los Mayas usaron los canales para reusar y controlar el agua de lluvia. Esta agricultura intensiva probablemente mantenía trabajando a los agricultores todo el día. Si ellos no hubieran utilizado estos bajos, no hubieran podido mantener a la densamente poblada región del Petén. Los Mayas tenían entonces un 40% más de tierra mas fértil que el otro 60%, lo que era sin duda, una gran contribución a su producción alimentaria. Antes de su Colapso, las muestras de Polen recolectadas de los lagos del Petén, dan evidencia de una fuerte deforestación hace unos 1,200 años, causada no por la tala y quema para agricultura, sino para la producción de estuco para sus ciudades, esto llevó a una erosión y evaporación muy rápida lo que destruyó este sistema agrícola en uso durante 2000 años.(NASA -DAAC Study, Michon Scott).
No se ha encontrado vestigios arqueológicos en los bajos, sin embargo casi cualquier pequeña elevación a su alrededor o en las "islas" en los bajos, hay asentamientos, a los que los Mayanistas llaman comunidades de los bajos. Lo que fue esencial para sostener a la creciente población. que llegó a tener una densidad de 600 a 800 personas por Km2 en las áreas rurales, y de 2,000 a 2,800 por Km2 en el centro del Imperio, lo que es hoy El Petén en Guatemala. Por comparación, el Condado de Los Angeles tenía 2,745 habitantes por Km2 en el 2000.
Tiquisate, Pacífico de Guatemala dios del Maíz
Así mismo, la generación anterior de investigadores, asoció el desarrollo de la compleja sociedad Maya al desarrollo del Cultivo del Maíz, está probado que el desarrollo de la mazorca de Maíz, hasta alcanzar el tamaño útil, tomó milenios, y sucedió antes de que los Mayas adquirieran su complejidad sociopolítica. Como el Maíz, comprende hasta el 75% de la Dieta de los actuales indígenas de Guatemala, los investigadores asumieron erróneamente, que lo mismo era aplicable a los antiguos Mayas. La nueva evidencia, nos dice que la dieta de los Mayas era muy variada, y el Maíz comprendía un 30% de ella, especialmente durante el Preclásico, cuando la densidad de la población era menor y había una mayor disponibilidad de Fauna para su alimentación. También se ha documentado que la dieta variaba de una ciudad a otra. por lo que no sorprende que nuestro nuevos datos del Preclásico Medio, nos confirman que la dieta era mixta, (Cultivos como el Maíz, frijol, yuca, chile y calabazas, anímales salvajes como el Venado, peces, agutí, tortugas, pecarí, varias aves, y por lo menos dos animales domésticos: el Perro y el Chompipe o Pavo).
Estudios Interesantes en el Lago Puerto Arturo, Petén, Guatemala, Muestran con precisión, basada en Carbono 14, una actividad Humana en la cuenca del Mirador, desde el año 2,700 AC, al 900 DC, el cual coincide con un clima relativamente seco en las tierras bajas del suroeste del Petén. El polen, nos muestra un abrupto incremento de actividad humana hacia el año 1450 AC, en el Preclásico temprano, coincidiendo con los primeros asentamientos aquí. Además de maíz y frijoles cultivaron yuca, jícama, camote o batata, guayabas, tomates, y una gran variedad de calabazas, también los Mayas son la fuente de muchos alimentos y especias familiares para nosotros como la vainilla, chile, apazote, y chocolate, la mayoría de cultivos secundarios eran frutas.
Las cosechas múltiples, en la que se cultivan varias cosechas al año, que se practicaba en las terrazas, fue documentada de primero en Nakbé y El Mirador en Petén, esto permitió el cultivo intensivo en una región que normalmente no es apta para el cultivo. Sin éste sistema y otras prácticas intensivas, jamás podría haber existido el desarrollo en toda ésta región, durante el Preclásico y el Clásico.
El ejemplo de Tikal es muy ilustrativo, con una población estimada de alrededor de 200,000 (1,600 habitantes por Km2.), ellos necesitaron de un sistema Intensivo de Agricultura.
Los estudios sobre la Agricultura y el almacenaje (en chultunes), llevados a cabo en Tikal han demostrado el uso continuo del Arbol de Maíz o Ramón, (Brosimium alicastrum), que era usado para preparar tortillas, pasteles y atoles. Su importancia dietética ha sido probada y contiene un calidad proteínica y calórica incluso superior a la de la soya, además su almacenaje por largos períodos es fácil ya que su bajo contenido de agua del 6.5%, evita su descomposición, a diferencia del Maíz y Frijol. En Tikal, además de éstos 3 productos, se ha documentado, el uso de chiles y calabazas de varias especies, yuca, jícama, y varias plantas comestibles y medicinales, lo que sugiere que el ambiente de Tikal no era tan hostil como se pensó, y que al ser complementada con frutas y carne de diversas especies, los hacían un bien nutrido pueblo. En el Uaxactún de hoy, nuevamente se esta cultivando y recolectando el Ramón, lo que ha disminuido la presión sobre el Bosque.
El Petén consiste primordialmente de Bosque lluvioso Tropical, interrumpido por parches de sabana y los bajos, que se inundan en la estación lluviosa.
Bajos y Canales señalados, Foto Satelital
Estas tres zonas fisiográficas, varían en drenaje, elevación, suelos y vegetación. Muchas áreas, carecen de agua permanente, siendo las excepciones más notables, la cuenca del Usumacinta al oeste, La región de los tres ríos al este y La cadena de lagos al Centro Las lluvias de tipo monzón, inundas ciertas áreas de Mayo a Diciembre, y la sequía estacional es de Enero hasta Abril. La precipitación anual, varía entre 1000 y 2000 mm. al año, siendo la región sur, la más favorecida por ésta. La calidad del suelo, varía asimismo, los más fértiles son los del Sur, sin embargo son pobres en general. La elevación del terreno, va desde pequeñas lomas hasta montañas altas, lo que combinado con la lluvia y deforestación, provoca serios problemas de erosión. A pesar de ésta limitaciones, los Mayas, fueron capaces de sostener una alta densidad de población, , por los métodos descritos. Entre los árboles de cultivo, destacan El Ramón, o árbol de Maíz, el aguacate, la guayaba (pataj) y por supuesto el cacao. También recolectaban Frutas tropicales, plantas medicinales, Chicle, del árbol de Chico Zapote, y hule del árbol de hevea, el que utilizaban para impermeabilizar ropa y zapatos, así como para la fabricación de las pelotas para su Juego Sagrado. Se han documentado represas en varios sitios, la mayor de ellas en Río Azul. Canales desde ríos hasta las ciudades, ha sido documentados, en Waka', Machaquilá y Ucanal.
Un arqueólogo del Centro Marshall de Vuelos Espaciales de la NASA, Tom Server, dejo entrever que la desaparición de la civilización Maya se debió a "una escasez crónica de alimentos y agua, debido a la sequía natural y la deforestación ocasionada por los seres humanos".
Las investigaciones realizadas por Tom Server de la NASA; están basadas en el uso de satélites para rastrear las ruinas de la civilización Maya. La zona de investigación es la frontera de México con Guatemala en Peten donde se derrumbo esta sociedad.
El Polen atrapado en antiguas capas de sedimentos en los lagos ha servido para que los científicos se enteren de que hace aproximadamente 1200 años, justo antes de la caída de la civilización, el polen de los árboles desapareció casi por completo y fue reemplazado por polen de maleza. La región se encontraba deforestada casi en su totalidad.
Sin árboles, la erosión empeoró, llevándose la capa de suelo fértil. Al cambiar la superficie aumento la temperatura hasta 6 grados, la tierra se seco, no pudieron cultivar sus alimentos, la deforestación desestabilizo lo patrones de lluvia. El agua escaseo y el agua subterránea estaba demasiado profunda a unos 150 metros como para perforar pozos.
Un programa para detectar ruinas mayas, ocultas por el tupido follaje de los bosques de Centroamérica, será puesto en marcha por la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), según anunció hoy.
Sensores remotos desde aviones y equipos espaciales tratarán de detectar las características químicas de los materiales de construcción usados por los mayas, comunicó la agencia estadounidense.
Tom Server, uno de los responsables del estudio, explicó que con excepción de las cúpulas de muchas edificaciones mayas, el resto está oculto entre los árboles.
También desde el suelo, el intenso follaje puede mantener fuera de la vista de los arqueólogos objetos que se encuentran distantes solo unos pocos metros, indicó el experto, uno de los primeros en utilizar aparatos espaciales en la arqueología.
"Los exploradores pueden pasar al lado de una ciudad antigua, donde alguna vez vivieron miles de personas, sin siquiera darse cuenta", manifestó.
El científico desarrollará la investigación junto con Dan Irwin, de la NASA, y William Saturno, de la Universidad de New Hampshire y descubridor del más antiguo mural maya conocido en las ruinas de San Bartolo.
Los científicos entregaron a Saturno imágenes de alta resolución fotografiadas por satélites comerciales e información obtenida por un sistema llamado Airborne Synthetic Apertura Radar, equipo que llevan aviones de la NASA en misiones meteorológicas.
Estos datos ayudaron a Saturno a encontrar en el 2001 el principio del antiguo mural maya de más de dos mil años, que el arqueólogo comparó con la Capilla Sextina, una vez develado en su totalidad.
Los científicos explicaron que el uso de programas meteorológicos tiene entre sus propósitos descubrir las causas de la desaparición de la civilización maya.
Expertos sugieren que fenómenos extremos, como prolongadas sequías o la deforestación precipitaron su final.
En la actualidad el mundo lucha contra los efectos de la sequía, por lo que conocer "el sufrimiento de los mayas", puede ser útil para evitar que tengamos el mismo final, dijo Irwin.
"Estudios como los que estamos llevando adelante hacen mucho más que satisfacer nuestra curiosidad sobre el pasado, ellos nos ayudan a prepararnos para el futuro", indicó Sever, por su parte.
viernes, 19 de septiembre de 2008
Ritual de lluvia en San Andrés de la cal, morelos México
PONENCIA. CRIM-UNAM.
Ofrenda y cosmovisión: Significado de las ofrendas del ritual de petición de lluvia, en San
Andrés de la Cal. en la Mesa Redonda. El Norte de Morelos ¿Una Región?, Miguel Morayta, Fernanda Paz coordinadores, CRIM/UNAM-Centro INAH. Septiembre de 1998.
César Augusto Ruiz Rivera.
Mal se ha apreciado la originalidad de los mitos sin contemplar el análisis comparativo. Pero buscando la dualidad que pudiese tener un mito con algún elemento de la naturaleza, del cosmos, o de la realidad social, cambiante en el tiempo y en el espacio cultural, que imprime en el ser humano la capacidad nata de crear una cosmovisión que llene su espíritu de satisfacción e imaginación. Sin duda la cosmovisión en San Andrés de la Cal, Morelos asocia la época de cultivo a partir del desfile de numerosos individuos de la flora y la fauna, en un lapso relativo, con un ritmo cultural cambiante, revalorizado y aceptado.
Considero que los relatos y costumbres se deben de confrontar, que hagan ver que constituyen un solo mito, e ilustran varios estados de una misma transformación. Que los cambios sufridos en el ritual y la ofrenda, el significado y los símbolos se pierden en una penumbra cultural, pero que no se olvidan. La comparación de los diferentes elementos culturales permiten interpretar detalles oscuros y confusos, por lo que el análisis del detalle cultural oscuro lleva a confrontarlo al cultivo, a lo doméstico y gastronómico, a la medicina tradicional, a la tecnología apropiada, y a lo astronómico.
Los rituales que se realizan en cuevas, manantiales y lugares sagrados tienen como finalidad el convocar a los “Señores del tiempo”, por medio de las ofrendas se les ofrece un pago a cambio de un favor necesario para la vida y sobrevivencia dentro de la naturaleza, contemplada como una extensión de la existencia humana.
El campesino “calero”, entrelaza sus concepciones cosmológicas con las prehispánicas sobre la fertilidad, las observaciones y conocimientos ancestrales sobre acontecimientos de los movimientos astrales junto con fenómenos naturales y atmosféricos y nos enseñan que repercuten en las actitudes cíclicas de especies animales y vegetales. La fertilidad, en San Andrés, es un asunto divino y se creo en su cosmovisión una convivencia con sus dioses, tanto en la tierra como en el campo celestial, y esto provoca la perdida energética de la naturaleza, por los continuos cambios climáticos. De ahí que la ofrenda, como elemento religioso, se dirigiera a la recuperación energética.
Su simbolismo y finalidad evoluciono a lo largo de muchos siglos, de la evolución del maíz y del desarrollo de su cultura. La lucha ideológica religiosa se ubica en los diferentes periodos históricos, aunque su finalidad original nunca se olvido.
Los ciclos naturales sugieren que primero hay que nacer, después morir; antes de sembrar es necesario recoger la semilla, después del cultivo se cosecha, es decir:
1) Siembra ________ Muerte.
2) Cultivo _________ Nacimiento.
3) Cosecha ________ Muerte.
A) Lluvia _______ Fertilidad.
B) Seca ________ Muerte.
En San Andrés de la Cal, la mazorca tiene una maduración sobre la planta del maíz; este desarrollo comienza con el jilote, el cual se convierte en camahua, prosigue en elote, continua en mazorca, para finalmente convertirse en semilla al desprenderse del olote. La semilla debe morir en la tierra por medio de la fertilización de la tierra por el agua de lluvia o por cocción. El elote y la mazorca mueren por separación o decapitación de la planta.
Según la gente de San Andrés de la Cal, Tláloc y los “Señores del tiempo” y los aires preparan la lluvia en las cuevas. Sahagún nos dice que durante el temporal de lluvias las nubes se hinchaban y formaban los truenos, se estacionaban y se descolgaban en las cumbres de las montañas.
Cuando recién comienza el temporal de lluvia, en una ocasión uno de los huehuentle decía al escuchar tronar el cielo:
Ya va a llover, los Señores del Tiempo están tomando en cuenta nuestra ofrenda y petición, ahora los ahuaques van a regar las milpas recién sembradas. Pero también hay que cuidarse de no enfermar.
Sitios localizados en San Andrés como Tepepolco, tiene un significado parecido al de los aztecas en la cuenca del lago de Texcoco; así mismo Acuitlapilco como resumidero de agua. Pantitlán, “centro de la tierra”, era un remolino localizado en el centro del lago de Texcoco.[1] Esto nos sugiere que había ritos, costumbres y una cosmovisión compartida entre las culturas nahuas del centro de México. Por lo que considero que la cosmovisión de San Andrés incorpora elementos culturales aztecas.
En San Andrés también las cuevas se asocian con la creación y el nacimiento. Xochitenco y Xochiocan acogen en sus significados el elemento flor, que en la simbología mesoamericana representa la matriz, el origen y el Tamoanchan (paraíso mesoamericano). En San Andrés, Xochiocan es el lugar de origen y en donde nacía el agua fertilizante.
Hay una gran similitud con respecto a la peregrinación de los aztecas, con la partida del antiguo pueblo de Acacueyecan. Sahagún dice que después de permanecer en Chicomoztoc por largo tiempo, los aztecas partieron y llegaron a un lugar llamado Tollantzinco. Entonces pasaron a Xococotitlán, llamado Tollan.[2] La significación de Tollantzinco y Tollan hace referencia a un lugar de carrizos, por lo que es sorprendente que aztecas y caleros hayan salido de un lugar donde existió el carrizo. Tal parece que los antiguos caleros adoptaron el mito de origen de los aztecas, al grado de incorporar el paisaje mitológico a la geografía local.
Los caleros dicen también que Tepepolco “es la puerta al mundo de los ahuaques”, en el pueblo en los días de fiesta de los muertos, ya que son ellos los que regresan del inframundo[3] a festejar y participar de la ofrenda que se les ofrece, se colocan flores en las tumbas de los ahogados y los tocados por rayo, en el día de los asesinados y accidentados el 28 de octubre.
Entre los aztecas las almas que residían en el Tlalocan no permanecían con los tlaloques para siempre, que había una evolución de las almas de aquellos que morían por intervención de Tlaloc y regresaban a la tierra después de cuatro años.[4] En San Andrés estos difuntos son los únicos que conviven con los ahuaques y permanecen en el petlacalco por cuatro años. Antiguamente los niños sacrificados a Tlaloc pasaban a ser tlaloques y señores del agua.
Los tepetlacalco nos remite a la un recipiente recaudador del agua divina, sustento que se almacena y redistribuye a la naturaleza por medio de la ofrenda y del ritual de petición, por lo que los cerros se les compara a una bodega. El significado de la palabra tepetlacalco apoya esta asociación; petlacalco significa “tesorería pública del imperio” y se deriva de la palabra petlacalli, casa de piedra.
El petlacalco azteca se ubicaba en la planta baja del palacio del emperador azteca, por lo que sugiero que el petlacalco de San Andrés se convierte en una casa/estado/región (cosmológica). Así como el petlacalli almacenaba los valores del reino, el petlacalco o tesorería pública, servía como almacén para el poder político. Los tepetlacalco en San Andrés, cosmológicamente, representa la casa/almacén de los ahuaques, que hacen redistribuir la riqueza a los hombres por medio de la lluvia.
Esta función es totalmente afín en el mito de la Tienda encantada ubicada cerca de la cueva de Tekuanquiahuac, que según la gente se habré en año nuevo a cierta hora de la noche y quién tiene la suerte de verla abierta tiene la oportunidad de sacar mercancía (maíz, fríjol, semilla de calabaza) se convierte en este mundo en oro, plata y jade. El maíz, para la gente de San Andrés, es considerado como el oro, por ser el alimento más precioso otorgado por los dioses a los hombres; a la plata se le da un significado paralelo al fríjol, por consiguiente se le da un valor secundario; el jade se asocia por su color a la semilla de calabaza y renovación de la naturaleza,[5]
El maíz es el alimento fundamental para los habitantes de San Andrés y para los hombres del México antiguo y moderno, es la columna vertebral de la economía de las sociedades prehispánicas y agrarias actuales, que llegaron a imaginarlo como eje sobre el que se ordenaba el mundo. Para los pueblos mesoamericanos era considerado la materia misma con la que los dioses crearon al hombre, se le considera un regalo divino que los dioses crearon y procuraron para la existencia del hombre. Es, hasta nuestros días, objeto de un culto expresado en multitud de representaciones en la mitología, en la escultura, en la pintura, en poemas, cantos, etc.
Del maíz se obtiene un hongo llamado cuitlacoche considerado, en San Andrés, al igual que los metales preciosos como excrecencias divinas.[6]
El mito de la tienda encantada tiene su paralelismo en el Tonacatepetl de los aztecas, como Montaña de nuestro sustento, que contenía los granos primordiales del maíz y se habría por medio de magia para revelar sus riquezas.
En San Andrés de la Cal, en la cueva de xochiocan, se dice que hay una caverna que se conecta con el Chalchihuiltepetl (otras versiones dicen que con el cerro del tepozteco o las grutas de Cacahuamilpa), solo con suerte se puede abrir este túnel, y con valor se enfrenta a un gigante que permite la entrada a la persona afortunada, advirtiéndole de que debe de afrontar tres peligros: luchar con un jaguar, con una serpiente gigante y engañar al demonio, al final de estas tres pruebas se encuentran todo tipo de riquezas. Probablemente al hombre gigante se le pueda identificar con el mítico “Dueño de los animales” de la antigua mesoamérica. Esta cueva y el concepto de la Tienda encantada son muy significativos por ser actualmente lugares de culto. La asociación con una puerta y de encontrar riquezas, al diablo y al Dueño de los animales, nos habla de la importancia que tienen las cuevas desde la época prehispánica como entrada al mundo subterráneo donde existe agua, maíz y riquezas.
Hemos estado viendo como la cosmovisión calera comparte elementos cosmológicos mesoamericanos. Las similitudes sin duda derivan de un mito común, modificado de acuerdo a las necesidades geográficas encontradas localmente.
Las ofrendas que se ofrecen en San Andrés a los señores del tiempo, en lugares sagrados son para asegurar la sobrevivencia en un medio ambiente de régimen de temporal, siempre cambiante, que en tiempos de secas se torna difícil de soportar. La descripción que la gente ofrece, del ciclo agrícola, proporciona una explicación dinámica de la llegada del temporal de lluvias y resume el papel mutuo de obligatoriedad cuando se hace el pago de la ofrenda. Esto es lo que caracteriza la relación entre humanos y las fuerzas sobrenaturales.
Las ofrendas cumplen, por lo tanto, varias funciones: son vehículos de la presencia del hombre en los dominios de la naturaleza sagrada; pagan, retribuyen y tranquilizan a los ahuaques, por la molestia que les causa esa presencia; aplacándolas, buscan que ellas retribuyan el pago con beneficios para los seres humanos.
Con el regreso anual a los Tepetlacalcos y Xochiocan en San Andrés, especialmente, por parte de los peregrinos rumbo a la ofrenda, recrean su propia historia en un viaje hacia el pasado, experiencia equiparada solo con el nacimiento y la muerte. Esto involucra un paso al centro del origen del símbolo de los elementos de la cosmovisión, que se encuentran en la naturaleza, en el medio ambiente y en el cielo. Las cuevas son lugares donde el cielo, la tierra y el inframundo convergen, donde la creación y el paso de la vida a la muerte es cíclica: Del caos cósmico surge la creación.
En San Andrés el ciclo agrícola del cultivo del maíz, que transcurre de la siembra del grano en la milpa, el nacimiento o germinado de la planta del maíz y la cosecha de la mazorca se convirtió en algo sagrado, muerte-resurrección de la naturaleza y de la vida misma. Ese nacimiento, cíclico, verde del maíz forma parte de un poder regenerativo y cosmogónico de la renovación de la naturaleza y de la existencia humana. La planta del maíz y sus dioses representativos en sus diferentes etapas del crecimiento guardan símbolos referentes a la fecundidad, renacimiento e inmortalidad, sin dejar de lado la muerte misma, la cual no significaba el final.
En San Andrés la ofrenda es el acto más importante del ritual, es un pago que significa mucho para el que lo da incluyendo la propia vida o la de un ser querido.[7] A esta idea de dar se le espera siempre la de recibir algo a cambio; los “sacrificios” que se hacen para la compra de las ofrendas se hacen por que se necesita hacerlos, aunque esa necesidad sea psicológica.
En San Andrés se cuenta un mito con pocas variantes, según el huehuentle Don Ángel:
Hace mucho tiempo existió, en San Andrés, un príncipe que le gustaba sembrar maíz, y en una ocasión la diosa Xochiquetzal bajo a la tierra y caminando por el pueblo, se encontró con el príncipe que trabajaba en su milpa, Xochiquetzal le pidió un poco de agua, y el príncipe le ofreció tomar de su bule, el se enamoro al instante de ella y le ofreció en regalo su milpa, ella se dio cuenta que lo había enamorado y le correspondió su amor con entrega total. Al suceder esto, los dioses se enojaron, que no quisieron que un mortal fuera marido de una diosa, que en castigo y recompensa lo convirtieron en alacrán y dios, por lo que fue mandado al cielo en forma de estrella de la tarde, en castigo tendría solo un momento durante la madrugada para disfrutar de la compañía de Xochiquetzal.
Otras analogías indican que como pariente de los bebedores de pulque, Napatecutli-Ometochtli comparte sus atuendos y su parafernalia, entre ellos la ya nombrada hacha (tepochtli) de Tepoztecatl y de Tepoztlán, que acompaña a Mayahuel en el Códice Laud.
En el icono del Códice Laud,[8] es Tlaloc mismo quien se ve como el poseedor del hacha, el meteorito azul y humeante que tumba árboles, y se inscribe así en el equipo de los trece señores del día que prepara las milpas de los agricultores.[9]
Los cerros y el agua eran dos elementos necesarios para concebir la vida en las comunidades mesoamericanas y ambos elementos apuntan hacia lo más importante de la cosmovisión mesoamericana.
Los cerros tienen la función de retener las aguas como “vasos grandes o casas llenas de agua; y que cuando fuese menester se romperán... y saldrá el agua que dentro está, y anegará la tierra; y de aquí acostumbraban a llamar a los pueblos donde vive la gente altepetl, que quiere decir monte de agua o monte lleno de agua.”[10]
Dentro de la división ritual del año, correspondiente a la temporada de lluvias se adoraba a Tláloc fusionado con otras deidades, el cual unía sus atributos a los dioses de la lluvia, del maíz y al del la fertilidad.
Se puede encontrar un sin fin de elementos jeroglíficos relacionados las ofrendas de San Andrés en diferentes códices que sería enorme enunciar, pero mencionaré algunas.
Tezcatlipoca es el dios creador. Se le asocia al cielo nocturno y esta conectado con todos los dioses estelares, con la luna y con aquellos que significan muerte, maldad y destrucción, es el dios patrono de los hechiceros, salteadores y príncipes, y es el eternamente joven. Dios de la providencia, que entiende de todos los asuntos humanos; inventor del fuego, señor del frío y del hielo, del pecado y de la miseria. Se le caracteriza en los códices por un espejo humeante, colocado en la sien, y otro que sustituye al pie que le arrancó el monstruo de la tierra; mito que significa que a veces, en latitudes australes, una de las estrellas de la Osa Mayor desaparece del cielo porque queda abajo del horizonte. Tezcatlipóca es un dios nocturno, negro y su rostro lleva la pintura facial a rayas horizontales, amarillas y negras, conocida con el nombre de ixtlán tlatlan, que caracteriza a todos los Tezcatlipocas, pero variando el color, que es rojo y amarillo en Xipe, azul y amarillo en Huitzilopochtli. Alfonso Caso, El pueblo del sol, p. 42 - 45.
Por las figuras indicadas en el Tonalámatl del Códice Borbónico un ciempiés, aparece en la lamina 13, entrelazado con una víbora como las formas del signo ollin que se aprecia en el Códice Borgia, en esta lamina Tlazoltéotl, diosa de la tierra y de las inmundicias y regenta de la decimotercera sección del Tonalamatl, Ce ollin, uno movimiento, que representa el tlalli iyollo, el corazón (el interior) de la tierra, se le representa cubierta con la piel de una víctima sacrificada y concibiendo a un niño imagen de sí misma, se encuentra frente al dios Tezcatlipóca, ambos presiden el acto carnal, pero su característica principal es una venda de algodón sin hilar que lleva en el tocado. Como los númenes del pulque, Tlazoltéotl es una deidad de la cosecha. Su hijo es Cintéotl, dios del maíz.
En la lámina 19 de este mismo Códice, aparece otro ciempiés saliendo por debajo de la diosa Xochiquétzal, diosa lunar juvenil y Señora de la decimonovena sección del Tonalámatl, es extraña la pintura facial de la diosa: la mitad superior de su rostro es amarillo, la inferior azul; la línea divisoria entre ambos colores está formada por discos blancos de concha. También la franja en la parte inferior de su enagua es azul con hileras de discos blancos de conchas, lleva en la coronilla los dos penachos de pluma de quetzal, el rostro aparece dentro de las fauces de un ave con aspecto de paloma, asoman por la boca un cuchillo de piedra y unas flores. Sobre la silla de la diosa se ve un jaguar que le sirve de asiento de color castaño, con pintas negras alargadas; bajo su pie hay una serpiente y bajo el asiento un ciempiés, en el ángulo superior derecho aparece representada la primera pareja humana que están en postura yacente, los cuerpos están ocultos bajo una cobija pintada con los colores del chalchíhuitl, se supone que la pareja esta representando el coito y la fertilidad humana; también vemos en esta lámina la representación de una cancha de juego de pelota.
En otra imagen del Códice Vaticano, Xochiquetzal aparece, como de costumbre, suntuosamente ataviada. Ostenta una pintura facial roja, de nariguera, una placa de color turquesa con forma de mariposa. Pero aquí no asoma, como los regentes del vigésimo signo de los días, por las fauces de un quetzal, sino por las de una serpiente pintada con los colores del chalchíhuitl. Los ome quetzalli, o sea los dos penachos de plumas de quetzal, en la coronilla Xochiquetzal, su insignia, no se encuentran en estas imágenes en su lugar, sino en el extremo de la boca de la serpiente que forma su máscara-yelmo.
En el Códice Telleriano-Remensis los dos penachos de plumas de quetzal ocupan un sitio en la coronilla de la diosa, pero entre ellos hay una flor, de suerte que el conjunto representa su nombre Xochiquetzal, en forma de jeroglífico, el rostro está pintado de amarillo y rojo, su cabeza asoma por las fauces abiertas de un pájaro dibujado a manera de quetzal, en la mano sostiene un tzotzopaztli, está arrodillada en un asiento, de cuya parte posterior cuelga posiblemente un jaguar rojo con garras, hacia adelante sale una serpiente que muestra los colores de la coralillo y abajo de su asiento asoma un ciempiés; esta imagen se parece a la del Códice Borbónico.
En imágenes de las láminas 13, 14,15 y 16 del Códice Vaticano B, una serpiente se enrosca alrededor de la casa del cielo y un ciempiés en torno a la de la tierra.
En la lamina 47 del Códice Borgia se ve a una ciuateteo vomitando un ciempiés, el cual representa su nahual, el ciempiés significa hechicería o maleficio. El significado de la palabra ciuateteo lo da el diccionario tarascó de Gilberti, donde esta su nombre tauani y en seguida de este dice thaua-curita, pecado (maldad), representa el maleficio.
Según un mito mexicano, existe una relación entre los dos astros del cielo matutino, la luna que desaparece entre los rayos del sol y la estrella de la mañana, que sale antes del sol: relación directa e íntima, pues se creía que el lucero del alba nacía de la luna.
Para los antiguos mexicanos Citlalícue, Citlalcueye, y Citlaltónac, eran una sola deidad, o varias deidades creadoras con una enorme trascendencia. El nombre de las dos primeras significa falda de estrella y el de Citlaltónac “donde las estrellas brillan”. Personificaban a la Vía Láctea y eran identificadas con los dioses duales, y de los mantenimientos, o sea, con el principio engendrador que envía la vida a los niños al nacer.[11]
En el códice Borbónico Citlalícue es considerada el treceavo regente de la trecena del Tonalámatl. Se representa con una falda con círculos blancos y una careta de calavera. En el atlas de Dúran, la falda tiene dibujada estrellas, lleva una nariguera escalonada, y en cada mano una planta.[12] Beyer identifica a la Vía Láctea con el mítico Tamoanchan y piensa que el símbolo del glifo de Tamoanchan, un árbol partido, es una forma que aparece en la galaxia.[13] Del Paso y Troncozo une a Citlalícue con Mixcóatl, en calidad de esposa y supone que ambos presiden la Vía Láctea.[14]
Hay aquí una relación con Xiuhtecutli, dios del fuego, no sólo porque en este mes se encendía el Fuego Nuevo al iniciar un xiuhmolpilli,[15]
Más interesante es la relación del año y la turquesa, xihuitl, como turquesa, se asocia además con el agua y por ende con Tláloc. Éste y Huitzilopochtli, con templos gemelos en Tenochtitlan, marcan las dos partes del año, pero Tláloc es el que será invocado al inicio de cada periodo de 360 días, y el que trae el reverdecer de los campos, el xiuhyoa, la formación de la planta de maíz, que será adorada con Centeotl en el Xiuhcalco. La raíz xihuitl se repetirá una y otra vez para indicar el inicio del año con la nueva vegetación que gracias a Tláloc brota en las milpas.[16] Pero la mayor precisión en cuanto al inicio del año la marcan los astros (xihuitl también quiere decir cometa). La ceremonia de xiuhtzitzquilo se hacía al inicio del año.[17] Durán afirma que quiere decir “tomar el año o los ramos” y que se celebra al inicio del primer mes: Cuahuitlehua. Entonces tomaban las yerbas y lanzaban las piedras del tecuilli al lago por el fin del xiuhmolpilli anterior.[18]
[1] Duran, Historia de las indias de Nueva España e islas de tierra firme; Sahagún, Op. cit.
[2] Sahagún, Op. cit.
[3] No considero al inframundo prehispánico a imagen y semejanza del infierno judeo-cristiano.
[4] López, Tamoanchan y Tlalocan.
[5] A los ojos de los pueblos mesoamericanos era el material más valioso (incluso más que el oro) por su resistencia y durabilidad, era símbolo de la respiración, de la vida, de la fertilidad y el poder político, el uso del jade estaba reservado fundamentalmente a los miembros de las clases dirigentes, representa los deseos más profundos, la inmortalidad y la eternidad. El oro se puede fundir, martillar, aplanar y convertir fácilmente de una forma a otra, con lo que pierde su identidad original. El jade por el contrario resiste cualquier intento de cambiarlo con algo menos duro. Por eso para las civilizaciones mesoamericanas, el jade era el único material disponible de mayor dureza, resistencia y consistencia. Ridinger, “El jade”. En Arqueología mexicana, pp. 52 - 66.
[6] Sobre esto nos hablan algunos códices con pinturas y glifos, así como también varios cantares y otros testimonios en lenguas indígenas, sobre todo en nahuatl. Teocuítlatl excrescencia divina por excelencia, se llamaban esos metales: Cóztic, amarilla, o sea el oro (maíz, sol); íztac, Blanco, la plata (fríjol, luna). Antiguamente, el oro y en menor proporción la plata, eran buscados y recibidos como tributo, sobre todo por las creaciones que con ellos se lograban. Por eso el Teocuítlatl, era tenido como un don divino, era a la vez símbolo y metáfora con un rico universo de significaciones. El patrono de los artífices del metal precioso era Xipe Tótec, Nuestro Señor, dueño de la fertilidad, el que se revestía con la piel de la víctima ofrecida para fomentar la vida del sol. León-Portilla, Oro y plata de mesoamérica vistos por indígenas y europeos, en Arqueología mexicana, Vol. V., núm. 27., pp. 16 - 25.
[7] González 1994: 25.
[8] Ibíd.: 45.
[9] Códice Borgia.: 18-21.
[10] Sahagún Op. Cit., t. 3: 344.
[11] Caso, Op. Cit.
[12] Duran, Op. cit.
[13] Herman Beyer, La astronomía de los antiguos mexicanos.
[14] Francisco del Paso y Troncozo, Papeles de la Nueva España.
[15] Códice Borbónico: 34.
[16] López et tal. 1991: 95.
[17] Sahagún, Op. cit. II: 25.
[18] Durán, op cit.: 239. Sahagún se refiere al siglo de 52 años, Durán en cambio habla del año. El rito probablemente se celebraba tanto al fin del xiuhmolpilli como del xiuhpohalli.
Ofrenda y cosmovisión: Significado de las ofrendas del ritual de petición de lluvia, en San
Andrés de la Cal. en la Mesa Redonda. El Norte de Morelos ¿Una Región?, Miguel Morayta, Fernanda Paz coordinadores, CRIM/UNAM-Centro INAH. Septiembre de 1998.
César Augusto Ruiz Rivera.
Mal se ha apreciado la originalidad de los mitos sin contemplar el análisis comparativo. Pero buscando la dualidad que pudiese tener un mito con algún elemento de la naturaleza, del cosmos, o de la realidad social, cambiante en el tiempo y en el espacio cultural, que imprime en el ser humano la capacidad nata de crear una cosmovisión que llene su espíritu de satisfacción e imaginación. Sin duda la cosmovisión en San Andrés de la Cal, Morelos asocia la época de cultivo a partir del desfile de numerosos individuos de la flora y la fauna, en un lapso relativo, con un ritmo cultural cambiante, revalorizado y aceptado.
Considero que los relatos y costumbres se deben de confrontar, que hagan ver que constituyen un solo mito, e ilustran varios estados de una misma transformación. Que los cambios sufridos en el ritual y la ofrenda, el significado y los símbolos se pierden en una penumbra cultural, pero que no se olvidan. La comparación de los diferentes elementos culturales permiten interpretar detalles oscuros y confusos, por lo que el análisis del detalle cultural oscuro lleva a confrontarlo al cultivo, a lo doméstico y gastronómico, a la medicina tradicional, a la tecnología apropiada, y a lo astronómico.
Los rituales que se realizan en cuevas, manantiales y lugares sagrados tienen como finalidad el convocar a los “Señores del tiempo”, por medio de las ofrendas se les ofrece un pago a cambio de un favor necesario para la vida y sobrevivencia dentro de la naturaleza, contemplada como una extensión de la existencia humana.
El campesino “calero”, entrelaza sus concepciones cosmológicas con las prehispánicas sobre la fertilidad, las observaciones y conocimientos ancestrales sobre acontecimientos de los movimientos astrales junto con fenómenos naturales y atmosféricos y nos enseñan que repercuten en las actitudes cíclicas de especies animales y vegetales. La fertilidad, en San Andrés, es un asunto divino y se creo en su cosmovisión una convivencia con sus dioses, tanto en la tierra como en el campo celestial, y esto provoca la perdida energética de la naturaleza, por los continuos cambios climáticos. De ahí que la ofrenda, como elemento religioso, se dirigiera a la recuperación energética.
Su simbolismo y finalidad evoluciono a lo largo de muchos siglos, de la evolución del maíz y del desarrollo de su cultura. La lucha ideológica religiosa se ubica en los diferentes periodos históricos, aunque su finalidad original nunca se olvido.
Los ciclos naturales sugieren que primero hay que nacer, después morir; antes de sembrar es necesario recoger la semilla, después del cultivo se cosecha, es decir:
1) Siembra ________ Muerte.
2) Cultivo _________ Nacimiento.
3) Cosecha ________ Muerte.
A) Lluvia _______ Fertilidad.
B) Seca ________ Muerte.
En San Andrés de la Cal, la mazorca tiene una maduración sobre la planta del maíz; este desarrollo comienza con el jilote, el cual se convierte en camahua, prosigue en elote, continua en mazorca, para finalmente convertirse en semilla al desprenderse del olote. La semilla debe morir en la tierra por medio de la fertilización de la tierra por el agua de lluvia o por cocción. El elote y la mazorca mueren por separación o decapitación de la planta.
Según la gente de San Andrés de la Cal, Tláloc y los “Señores del tiempo” y los aires preparan la lluvia en las cuevas. Sahagún nos dice que durante el temporal de lluvias las nubes se hinchaban y formaban los truenos, se estacionaban y se descolgaban en las cumbres de las montañas.
Cuando recién comienza el temporal de lluvia, en una ocasión uno de los huehuentle decía al escuchar tronar el cielo:
Ya va a llover, los Señores del Tiempo están tomando en cuenta nuestra ofrenda y petición, ahora los ahuaques van a regar las milpas recién sembradas. Pero también hay que cuidarse de no enfermar.
Sitios localizados en San Andrés como Tepepolco, tiene un significado parecido al de los aztecas en la cuenca del lago de Texcoco; así mismo Acuitlapilco como resumidero de agua. Pantitlán, “centro de la tierra”, era un remolino localizado en el centro del lago de Texcoco.[1] Esto nos sugiere que había ritos, costumbres y una cosmovisión compartida entre las culturas nahuas del centro de México. Por lo que considero que la cosmovisión de San Andrés incorpora elementos culturales aztecas.
En San Andrés también las cuevas se asocian con la creación y el nacimiento. Xochitenco y Xochiocan acogen en sus significados el elemento flor, que en la simbología mesoamericana representa la matriz, el origen y el Tamoanchan (paraíso mesoamericano). En San Andrés, Xochiocan es el lugar de origen y en donde nacía el agua fertilizante.
Hay una gran similitud con respecto a la peregrinación de los aztecas, con la partida del antiguo pueblo de Acacueyecan. Sahagún dice que después de permanecer en Chicomoztoc por largo tiempo, los aztecas partieron y llegaron a un lugar llamado Tollantzinco. Entonces pasaron a Xococotitlán, llamado Tollan.[2] La significación de Tollantzinco y Tollan hace referencia a un lugar de carrizos, por lo que es sorprendente que aztecas y caleros hayan salido de un lugar donde existió el carrizo. Tal parece que los antiguos caleros adoptaron el mito de origen de los aztecas, al grado de incorporar el paisaje mitológico a la geografía local.
Los caleros dicen también que Tepepolco “es la puerta al mundo de los ahuaques”, en el pueblo en los días de fiesta de los muertos, ya que son ellos los que regresan del inframundo[3] a festejar y participar de la ofrenda que se les ofrece, se colocan flores en las tumbas de los ahogados y los tocados por rayo, en el día de los asesinados y accidentados el 28 de octubre.
Entre los aztecas las almas que residían en el Tlalocan no permanecían con los tlaloques para siempre, que había una evolución de las almas de aquellos que morían por intervención de Tlaloc y regresaban a la tierra después de cuatro años.[4] En San Andrés estos difuntos son los únicos que conviven con los ahuaques y permanecen en el petlacalco por cuatro años. Antiguamente los niños sacrificados a Tlaloc pasaban a ser tlaloques y señores del agua.
Los tepetlacalco nos remite a la un recipiente recaudador del agua divina, sustento que se almacena y redistribuye a la naturaleza por medio de la ofrenda y del ritual de petición, por lo que los cerros se les compara a una bodega. El significado de la palabra tepetlacalco apoya esta asociación; petlacalco significa “tesorería pública del imperio” y se deriva de la palabra petlacalli, casa de piedra.
El petlacalco azteca se ubicaba en la planta baja del palacio del emperador azteca, por lo que sugiero que el petlacalco de San Andrés se convierte en una casa/estado/región (cosmológica). Así como el petlacalli almacenaba los valores del reino, el petlacalco o tesorería pública, servía como almacén para el poder político. Los tepetlacalco en San Andrés, cosmológicamente, representa la casa/almacén de los ahuaques, que hacen redistribuir la riqueza a los hombres por medio de la lluvia.
Esta función es totalmente afín en el mito de la Tienda encantada ubicada cerca de la cueva de Tekuanquiahuac, que según la gente se habré en año nuevo a cierta hora de la noche y quién tiene la suerte de verla abierta tiene la oportunidad de sacar mercancía (maíz, fríjol, semilla de calabaza) se convierte en este mundo en oro, plata y jade. El maíz, para la gente de San Andrés, es considerado como el oro, por ser el alimento más precioso otorgado por los dioses a los hombres; a la plata se le da un significado paralelo al fríjol, por consiguiente se le da un valor secundario; el jade se asocia por su color a la semilla de calabaza y renovación de la naturaleza,[5]
El maíz es el alimento fundamental para los habitantes de San Andrés y para los hombres del México antiguo y moderno, es la columna vertebral de la economía de las sociedades prehispánicas y agrarias actuales, que llegaron a imaginarlo como eje sobre el que se ordenaba el mundo. Para los pueblos mesoamericanos era considerado la materia misma con la que los dioses crearon al hombre, se le considera un regalo divino que los dioses crearon y procuraron para la existencia del hombre. Es, hasta nuestros días, objeto de un culto expresado en multitud de representaciones en la mitología, en la escultura, en la pintura, en poemas, cantos, etc.
Del maíz se obtiene un hongo llamado cuitlacoche considerado, en San Andrés, al igual que los metales preciosos como excrecencias divinas.[6]
El mito de la tienda encantada tiene su paralelismo en el Tonacatepetl de los aztecas, como Montaña de nuestro sustento, que contenía los granos primordiales del maíz y se habría por medio de magia para revelar sus riquezas.
En San Andrés de la Cal, en la cueva de xochiocan, se dice que hay una caverna que se conecta con el Chalchihuiltepetl (otras versiones dicen que con el cerro del tepozteco o las grutas de Cacahuamilpa), solo con suerte se puede abrir este túnel, y con valor se enfrenta a un gigante que permite la entrada a la persona afortunada, advirtiéndole de que debe de afrontar tres peligros: luchar con un jaguar, con una serpiente gigante y engañar al demonio, al final de estas tres pruebas se encuentran todo tipo de riquezas. Probablemente al hombre gigante se le pueda identificar con el mítico “Dueño de los animales” de la antigua mesoamérica. Esta cueva y el concepto de la Tienda encantada son muy significativos por ser actualmente lugares de culto. La asociación con una puerta y de encontrar riquezas, al diablo y al Dueño de los animales, nos habla de la importancia que tienen las cuevas desde la época prehispánica como entrada al mundo subterráneo donde existe agua, maíz y riquezas.
Hemos estado viendo como la cosmovisión calera comparte elementos cosmológicos mesoamericanos. Las similitudes sin duda derivan de un mito común, modificado de acuerdo a las necesidades geográficas encontradas localmente.
Las ofrendas que se ofrecen en San Andrés a los señores del tiempo, en lugares sagrados son para asegurar la sobrevivencia en un medio ambiente de régimen de temporal, siempre cambiante, que en tiempos de secas se torna difícil de soportar. La descripción que la gente ofrece, del ciclo agrícola, proporciona una explicación dinámica de la llegada del temporal de lluvias y resume el papel mutuo de obligatoriedad cuando se hace el pago de la ofrenda. Esto es lo que caracteriza la relación entre humanos y las fuerzas sobrenaturales.
Las ofrendas cumplen, por lo tanto, varias funciones: son vehículos de la presencia del hombre en los dominios de la naturaleza sagrada; pagan, retribuyen y tranquilizan a los ahuaques, por la molestia que les causa esa presencia; aplacándolas, buscan que ellas retribuyan el pago con beneficios para los seres humanos.
Con el regreso anual a los Tepetlacalcos y Xochiocan en San Andrés, especialmente, por parte de los peregrinos rumbo a la ofrenda, recrean su propia historia en un viaje hacia el pasado, experiencia equiparada solo con el nacimiento y la muerte. Esto involucra un paso al centro del origen del símbolo de los elementos de la cosmovisión, que se encuentran en la naturaleza, en el medio ambiente y en el cielo. Las cuevas son lugares donde el cielo, la tierra y el inframundo convergen, donde la creación y el paso de la vida a la muerte es cíclica: Del caos cósmico surge la creación.
En San Andrés el ciclo agrícola del cultivo del maíz, que transcurre de la siembra del grano en la milpa, el nacimiento o germinado de la planta del maíz y la cosecha de la mazorca se convirtió en algo sagrado, muerte-resurrección de la naturaleza y de la vida misma. Ese nacimiento, cíclico, verde del maíz forma parte de un poder regenerativo y cosmogónico de la renovación de la naturaleza y de la existencia humana. La planta del maíz y sus dioses representativos en sus diferentes etapas del crecimiento guardan símbolos referentes a la fecundidad, renacimiento e inmortalidad, sin dejar de lado la muerte misma, la cual no significaba el final.
En San Andrés la ofrenda es el acto más importante del ritual, es un pago que significa mucho para el que lo da incluyendo la propia vida o la de un ser querido.[7] A esta idea de dar se le espera siempre la de recibir algo a cambio; los “sacrificios” que se hacen para la compra de las ofrendas se hacen por que se necesita hacerlos, aunque esa necesidad sea psicológica.
En San Andrés se cuenta un mito con pocas variantes, según el huehuentle Don Ángel:
Hace mucho tiempo existió, en San Andrés, un príncipe que le gustaba sembrar maíz, y en una ocasión la diosa Xochiquetzal bajo a la tierra y caminando por el pueblo, se encontró con el príncipe que trabajaba en su milpa, Xochiquetzal le pidió un poco de agua, y el príncipe le ofreció tomar de su bule, el se enamoro al instante de ella y le ofreció en regalo su milpa, ella se dio cuenta que lo había enamorado y le correspondió su amor con entrega total. Al suceder esto, los dioses se enojaron, que no quisieron que un mortal fuera marido de una diosa, que en castigo y recompensa lo convirtieron en alacrán y dios, por lo que fue mandado al cielo en forma de estrella de la tarde, en castigo tendría solo un momento durante la madrugada para disfrutar de la compañía de Xochiquetzal.
Otras analogías indican que como pariente de los bebedores de pulque, Napatecutli-Ometochtli comparte sus atuendos y su parafernalia, entre ellos la ya nombrada hacha (tepochtli) de Tepoztecatl y de Tepoztlán, que acompaña a Mayahuel en el Códice Laud.
En el icono del Códice Laud,[8] es Tlaloc mismo quien se ve como el poseedor del hacha, el meteorito azul y humeante que tumba árboles, y se inscribe así en el equipo de los trece señores del día que prepara las milpas de los agricultores.[9]
Los cerros y el agua eran dos elementos necesarios para concebir la vida en las comunidades mesoamericanas y ambos elementos apuntan hacia lo más importante de la cosmovisión mesoamericana.
Los cerros tienen la función de retener las aguas como “vasos grandes o casas llenas de agua; y que cuando fuese menester se romperán... y saldrá el agua que dentro está, y anegará la tierra; y de aquí acostumbraban a llamar a los pueblos donde vive la gente altepetl, que quiere decir monte de agua o monte lleno de agua.”[10]
Dentro de la división ritual del año, correspondiente a la temporada de lluvias se adoraba a Tláloc fusionado con otras deidades, el cual unía sus atributos a los dioses de la lluvia, del maíz y al del la fertilidad.
Se puede encontrar un sin fin de elementos jeroglíficos relacionados las ofrendas de San Andrés en diferentes códices que sería enorme enunciar, pero mencionaré algunas.
Tezcatlipoca es el dios creador. Se le asocia al cielo nocturno y esta conectado con todos los dioses estelares, con la luna y con aquellos que significan muerte, maldad y destrucción, es el dios patrono de los hechiceros, salteadores y príncipes, y es el eternamente joven. Dios de la providencia, que entiende de todos los asuntos humanos; inventor del fuego, señor del frío y del hielo, del pecado y de la miseria. Se le caracteriza en los códices por un espejo humeante, colocado en la sien, y otro que sustituye al pie que le arrancó el monstruo de la tierra; mito que significa que a veces, en latitudes australes, una de las estrellas de la Osa Mayor desaparece del cielo porque queda abajo del horizonte. Tezcatlipóca es un dios nocturno, negro y su rostro lleva la pintura facial a rayas horizontales, amarillas y negras, conocida con el nombre de ixtlán tlatlan, que caracteriza a todos los Tezcatlipocas, pero variando el color, que es rojo y amarillo en Xipe, azul y amarillo en Huitzilopochtli. Alfonso Caso, El pueblo del sol, p. 42 - 45.
Por las figuras indicadas en el Tonalámatl del Códice Borbónico un ciempiés, aparece en la lamina 13, entrelazado con una víbora como las formas del signo ollin que se aprecia en el Códice Borgia, en esta lamina Tlazoltéotl, diosa de la tierra y de las inmundicias y regenta de la decimotercera sección del Tonalamatl, Ce ollin, uno movimiento, que representa el tlalli iyollo, el corazón (el interior) de la tierra, se le representa cubierta con la piel de una víctima sacrificada y concibiendo a un niño imagen de sí misma, se encuentra frente al dios Tezcatlipóca, ambos presiden el acto carnal, pero su característica principal es una venda de algodón sin hilar que lleva en el tocado. Como los númenes del pulque, Tlazoltéotl es una deidad de la cosecha. Su hijo es Cintéotl, dios del maíz.
En la lámina 19 de este mismo Códice, aparece otro ciempiés saliendo por debajo de la diosa Xochiquétzal, diosa lunar juvenil y Señora de la decimonovena sección del Tonalámatl, es extraña la pintura facial de la diosa: la mitad superior de su rostro es amarillo, la inferior azul; la línea divisoria entre ambos colores está formada por discos blancos de concha. También la franja en la parte inferior de su enagua es azul con hileras de discos blancos de conchas, lleva en la coronilla los dos penachos de pluma de quetzal, el rostro aparece dentro de las fauces de un ave con aspecto de paloma, asoman por la boca un cuchillo de piedra y unas flores. Sobre la silla de la diosa se ve un jaguar que le sirve de asiento de color castaño, con pintas negras alargadas; bajo su pie hay una serpiente y bajo el asiento un ciempiés, en el ángulo superior derecho aparece representada la primera pareja humana que están en postura yacente, los cuerpos están ocultos bajo una cobija pintada con los colores del chalchíhuitl, se supone que la pareja esta representando el coito y la fertilidad humana; también vemos en esta lámina la representación de una cancha de juego de pelota.
En otra imagen del Códice Vaticano, Xochiquetzal aparece, como de costumbre, suntuosamente ataviada. Ostenta una pintura facial roja, de nariguera, una placa de color turquesa con forma de mariposa. Pero aquí no asoma, como los regentes del vigésimo signo de los días, por las fauces de un quetzal, sino por las de una serpiente pintada con los colores del chalchíhuitl. Los ome quetzalli, o sea los dos penachos de plumas de quetzal, en la coronilla Xochiquetzal, su insignia, no se encuentran en estas imágenes en su lugar, sino en el extremo de la boca de la serpiente que forma su máscara-yelmo.
En el Códice Telleriano-Remensis los dos penachos de plumas de quetzal ocupan un sitio en la coronilla de la diosa, pero entre ellos hay una flor, de suerte que el conjunto representa su nombre Xochiquetzal, en forma de jeroglífico, el rostro está pintado de amarillo y rojo, su cabeza asoma por las fauces abiertas de un pájaro dibujado a manera de quetzal, en la mano sostiene un tzotzopaztli, está arrodillada en un asiento, de cuya parte posterior cuelga posiblemente un jaguar rojo con garras, hacia adelante sale una serpiente que muestra los colores de la coralillo y abajo de su asiento asoma un ciempiés; esta imagen se parece a la del Códice Borbónico.
En imágenes de las láminas 13, 14,15 y 16 del Códice Vaticano B, una serpiente se enrosca alrededor de la casa del cielo y un ciempiés en torno a la de la tierra.
En la lamina 47 del Códice Borgia se ve a una ciuateteo vomitando un ciempiés, el cual representa su nahual, el ciempiés significa hechicería o maleficio. El significado de la palabra ciuateteo lo da el diccionario tarascó de Gilberti, donde esta su nombre tauani y en seguida de este dice thaua-curita, pecado (maldad), representa el maleficio.
Según un mito mexicano, existe una relación entre los dos astros del cielo matutino, la luna que desaparece entre los rayos del sol y la estrella de la mañana, que sale antes del sol: relación directa e íntima, pues se creía que el lucero del alba nacía de la luna.
Para los antiguos mexicanos Citlalícue, Citlalcueye, y Citlaltónac, eran una sola deidad, o varias deidades creadoras con una enorme trascendencia. El nombre de las dos primeras significa falda de estrella y el de Citlaltónac “donde las estrellas brillan”. Personificaban a la Vía Láctea y eran identificadas con los dioses duales, y de los mantenimientos, o sea, con el principio engendrador que envía la vida a los niños al nacer.[11]
En el códice Borbónico Citlalícue es considerada el treceavo regente de la trecena del Tonalámatl. Se representa con una falda con círculos blancos y una careta de calavera. En el atlas de Dúran, la falda tiene dibujada estrellas, lleva una nariguera escalonada, y en cada mano una planta.[12] Beyer identifica a la Vía Láctea con el mítico Tamoanchan y piensa que el símbolo del glifo de Tamoanchan, un árbol partido, es una forma que aparece en la galaxia.[13] Del Paso y Troncozo une a Citlalícue con Mixcóatl, en calidad de esposa y supone que ambos presiden la Vía Láctea.[14]
Hay aquí una relación con Xiuhtecutli, dios del fuego, no sólo porque en este mes se encendía el Fuego Nuevo al iniciar un xiuhmolpilli,[15]
Más interesante es la relación del año y la turquesa, xihuitl, como turquesa, se asocia además con el agua y por ende con Tláloc. Éste y Huitzilopochtli, con templos gemelos en Tenochtitlan, marcan las dos partes del año, pero Tláloc es el que será invocado al inicio de cada periodo de 360 días, y el que trae el reverdecer de los campos, el xiuhyoa, la formación de la planta de maíz, que será adorada con Centeotl en el Xiuhcalco. La raíz xihuitl se repetirá una y otra vez para indicar el inicio del año con la nueva vegetación que gracias a Tláloc brota en las milpas.[16] Pero la mayor precisión en cuanto al inicio del año la marcan los astros (xihuitl también quiere decir cometa). La ceremonia de xiuhtzitzquilo se hacía al inicio del año.[17] Durán afirma que quiere decir “tomar el año o los ramos” y que se celebra al inicio del primer mes: Cuahuitlehua. Entonces tomaban las yerbas y lanzaban las piedras del tecuilli al lago por el fin del xiuhmolpilli anterior.[18]
[1] Duran, Historia de las indias de Nueva España e islas de tierra firme; Sahagún, Op. cit.
[2] Sahagún, Op. cit.
[3] No considero al inframundo prehispánico a imagen y semejanza del infierno judeo-cristiano.
[4] López, Tamoanchan y Tlalocan.
[5] A los ojos de los pueblos mesoamericanos era el material más valioso (incluso más que el oro) por su resistencia y durabilidad, era símbolo de la respiración, de la vida, de la fertilidad y el poder político, el uso del jade estaba reservado fundamentalmente a los miembros de las clases dirigentes, representa los deseos más profundos, la inmortalidad y la eternidad. El oro se puede fundir, martillar, aplanar y convertir fácilmente de una forma a otra, con lo que pierde su identidad original. El jade por el contrario resiste cualquier intento de cambiarlo con algo menos duro. Por eso para las civilizaciones mesoamericanas, el jade era el único material disponible de mayor dureza, resistencia y consistencia. Ridinger, “El jade”. En Arqueología mexicana, pp. 52 - 66.
[6] Sobre esto nos hablan algunos códices con pinturas y glifos, así como también varios cantares y otros testimonios en lenguas indígenas, sobre todo en nahuatl. Teocuítlatl excrescencia divina por excelencia, se llamaban esos metales: Cóztic, amarilla, o sea el oro (maíz, sol); íztac, Blanco, la plata (fríjol, luna). Antiguamente, el oro y en menor proporción la plata, eran buscados y recibidos como tributo, sobre todo por las creaciones que con ellos se lograban. Por eso el Teocuítlatl, era tenido como un don divino, era a la vez símbolo y metáfora con un rico universo de significaciones. El patrono de los artífices del metal precioso era Xipe Tótec, Nuestro Señor, dueño de la fertilidad, el que se revestía con la piel de la víctima ofrecida para fomentar la vida del sol. León-Portilla, Oro y plata de mesoamérica vistos por indígenas y europeos, en Arqueología mexicana, Vol. V., núm. 27., pp. 16 - 25.
[7] González 1994: 25.
[8] Ibíd.: 45.
[9] Códice Borgia.: 18-21.
[10] Sahagún Op. Cit., t. 3: 344.
[11] Caso, Op. Cit.
[12] Duran, Op. cit.
[13] Herman Beyer, La astronomía de los antiguos mexicanos.
[14] Francisco del Paso y Troncozo, Papeles de la Nueva España.
[15] Códice Borbónico: 34.
[16] López et tal. 1991: 95.
[17] Sahagún, Op. cit. II: 25.
[18] Durán, op cit.: 239. Sahagún se refiere al siglo de 52 años, Durán en cambio habla del año. El rito probablemente se celebraba tanto al fin del xiuhmolpilli como del xiuhpohalli.
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