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jueves, 19 de septiembre de 2013

EL HOMBRE DE FUEGO. CONSTRUCCIONES DE HORNOS DE CAL Y TEMAZCALES


 

DADU

REVISTA DE ARQUITECTURA DISEÑO Y URBANISMO

39 – 50

AÑO 8 - NUMERO 11

2013

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE MORELOS

ISNN 2007 4727

 

EL HOMBRE DE FUEGO

CONSTRUCCIONES DE HORNOS DE CAL Y TEMAZCALES

 

César Augusto Ruiz Rivera

 

RESUMEN

La cal viva se conocía 6000 años a.C. como material de construcción en morteros y revestimientos. En Çatal Hüyük se han encontrado paredes revocadas y armadas con frescos. Gracias a la investigación arqueológica se ha descubierto que se usó en el antiguo Egipto, en el Imperio asirio, en la Grecia Clásica, en el Imperio Romano, y también fue usada por los mayas, los incas, y los aztecas en América, así como por las primeras dinastías chinas, y de la India.

Durante la Edad Media, en Europa, cuando se comenzaba alguna construcción (catedrales, palacios, etc.), se preparaban enormes contenedores con cal viva llamados “balsas”, la cal era el último elemento que se usaba en grandes cantidades, y como las construcciones eran lentas, la cal muerta iba madurando para cuando fuera necesaria. Los antiguos maestros Señores del Fuego decían que la cal ideal era la que llevaba al menos treinta años en reposo y la denominaban "chica" mientras que a la cal de más de treinta años la denominaban "chico".

En los siglos XVII - XVIII, dependiendo de la zona en España, cuando alguien tenía un hijo, durante su niñez se preparaba una ‘balsa’ de cal para cuando este tuviese que emprender la construcción de su casa.

Uno de tantos ejemplos en el continente americano, e encuentra en la comunidad de San Andrés de la Cal, Municipio de Tepoztlán, en el Estado de Morelos, México, encontramos restos de antiguos hornos de cal, de los cuales los adultos aún pueden recordar la forma de cómo sus padres armaban los hornos y quemaban la piedra caliza, para obtener cal viva.

 

PALABRAS CLAVES:

Horno, cal viva, ritual, huehueteotl, Señor del fuego.

 

ABSTRAC

Well-known the alive cal 6000 years’ a. C. like construction equipment in mortars and coatings. In Çatal Hüyük have been revoked walls and Navies with fresh. Thanks to the archaeological investigation have been discovered that it was used in old Egypt, in empire asirio, in Classic Greece, in Roman empire, and also was used by Mayan, Incas, and the Aztecs in America, as well as by first Chinese dynasties, and of India.

During the Average Age, in Europe, when some construction was begun (cathedrals, palaces, etc.), enormous containers with alive cal were prepared called "rafts", the cal was the last element that was used in great amounts, and as the constructions were slow, the dead cal was maturing for when outside necessary. The old teachers Gentlemen of the Faire said that the ideal cal was the one that had been at least thirty years in rest and they denominated "girl" whereas to the cal of more than thirty years they denominated "boy".

In centuries XVII - XVIII, depending on the zone in Spain, when somebody had a son, during its childhood prepared one `balsá of cal’ for when this it had to undertake the construction of its house.

One of so many examples in the American continent, in the community of San Andrés of the Cal,  Municipality of Tepoztlán, in the State of Morelos, Mexico, we found  rest of old cal furnaces, where the adults still can remember the form to arm furnaces and to burn cal stone, to obtain alive cal.

 

KEY WORDS:

Furnace, live cal, ritual, huehueteotl, Gentleman of the fire

 

INTRODUCCION

La obtención de la cal viva es un proceso técnico, considerado mágico ya que se obtiene a través del fuego manipulado por uno de tantos especialistas (chamanes) conocido como el Señor del Fuego a quien se le podría considerar como un alquimista extinto de la antigua edad media (por sugerencia de Don Ángel Puebla le llamaremos en adelante así a todo aquel que trabaja con el fuego, como herramienta principal. En el caso de San Andrés de la Cal, este especialista se extinguió de la actividad calera, y carbonera (vegetal) a causa de un cambio socioeconómico en la región. El Señor del Fuego subsiste en el oficio del panadero (que en mucho casos, hoy en día, cuece la masa con gas), con el temazcalero tradicional (hay, hoy en día, quien calienta la roca con gas), y el herrero que trabaja a través de la electricidad, prosiguiendo en todo los casos la extinción del Señor del Fuego.

El nombre de la comunidad San Andrés de la Cal, en el Municipio de Tepoztlán, en el Estado de Morelos, México, se le dio del segundo nombre original, Teneztitla (lugar donde hay piedra de cal) y en donde se aprecia los restos de antiguos hornos de cal, y de temazcales..

Un horno de cal permitía crear óxido de calcio mediante la calcinación de la piedra caliza.[] La reacción tenía lugar a 900°C (temperatura a la cual la presión parcial de CO2 es de 1 atmósfera), pero generalmente se usaba una temperatura de unos 1000°C (temperatura a la cual la presión parcial del CO2 era de 3,8 atmósferas[]) haciendo que la reacción se produzca con mayor rapidez.

La cal se puede producía a partir de una serie de materiales carbonados que generalmente se producía mediante la quema de piedra caliza, que era fundamentalmente carbonato de calcio (CaCO3).

Cuando se calentaba a 1000° C, el carbonato de calcio comenzaba a disociarse para producir óxido de calcio (cal viva) y dióxido de carbono. La forma de la piedra caliza se mantiene, pero su peso se reduce en 45%.

CaCO3 + calor ---- CaO + CO2

Cuando la cal viva se hidrata con agua se dice que se apaga para formar hidróxido de calcio. En este proceso de conversión de cal viva en cal muerta, el material se calienta, se expande, y se convierte en un polvo fino.

CaO +            H2O --- Ca (OH)2

La cal muerta en polvo (hidróxido de calcio) quedaba lista para almacenar y usarse como cemento en estuco, o para otras aplicaciones. La cal muerta se mezclaba con agua para formar una pasta que se usaba en la construcción arquitectónica. Se agregaba arena o tierra cernida para producir volumen y para reducir los resquebrajamientos o fracturas causados por la contracción del producto final cuando se seca y se cura. Mientras la mezcla se cura, el dióxido de carbono en la atmósfera reacciona con el hidróxido de calcio para producir carbonato de calcio y agua que después se evapora.

Ca (OH)2 + CO2 ----- CaCO3 + H2O

Los morteros de cal eran fabricados con cal viva u óxido de calcio, arena y agua. La cal podía ser aérea o hidráulica, diferenciándose porque la hidráulica tiene un pequeño porcentaje de silicatos, lo que la hacía más recomendable para su uso en ambientes húmedos, sobre todo como material de construcción.

Solo la cal aérea tenía capacidad bioclimática y era capaz de conservarse en perfectas condiciones durante siglos, ya que posee poros que dejan transpirar las paredes y al mismo tiempo la impermeabilizan. También el núcleo conserva y regula la temperatura de los interiores gracias al efecto de "respiración" de la construcción a través suyo. Para ello, el resto de los materiales eran tradicionales, como piedra, barro, o ladrillo tradicional.

Una vez que la cal se utiliza, empieza a cristalizar y a carbonatarse, desde la superficie hacia dentro, conservando un núcleo húmedo que es el que le confiere sus propiedades y elasticidad, gracias a la cual tiene un comportamiento mecánico mejor que un cemento portland, tanto para revocos exteriores como interiores, así como para morteros y otros usos.

Al cabo de cientos de años, la cal apagada, después de carbonatarse completamente, retorna a su estado original en la cantera, que es el de roca caliza. En la construcción la cal apagada no tiene propiedades adherentes y por lo tanto su fijación es mecánica a los huecos de la piedra o el ladrillo, por lo que si se aplica a una pared lisa, previamente, hay que picarla para crear "hoyuelos" en toda la superficie donde se pueda "agarrar".

Otro uso de la cal, en la construcción, es en "lechada" para (pintar) las paredes y en algunos casos los techos con una brocha gorda. Esta pintura tiene, como los estucos de cal aérea apagada, un comportamiento bioclimático que hace que un edificio tenga frescor en verano y calor en invierno, en un efecto conocido como vasija de barro o botijo. Se utiliza en la técnica de construcción llamada revoco, ya que forma parte de la mezcla usada. Asimismo puede usarse para desinfectar superficies como paredes o evitar plagas en árboles pintando la superficie de su tronco con lechada de cal.

Antiguamente Cuando se apagaba una gran cantidad de cal viva, en una "balsa" o "pudridero" durante algunos años, era para que siguiera apagándose y madurando. El periodo mínimo para ser usada era de seis meses; cuantos más años pasaba en reposo, mejor resultado tenia, carbonatándose de forma óptima al utilizarse en revocos, estucos o morteros. No todas las canteras de cal ofrecían la misma calidad y cuanto mayor porcentaje de carbonato tenía una roca, mejor calidad de la cal apagada, siendo las ideales las que se acerca a la composición del mármol. Durante esa maduración, dure lo que sea, sigue siendo cáustica y cualquier elemento orgánico que caía en la "balsa" acaba desapareciendo devorado por la cal.

La cal hidráulica fue creada en Francia en 1821 ya que en este país las canteras de cal, al igual que en las de Bélgica y Alemania, daban una roca de pésima calidad con muchos silicatos en comparación a las canteras de países como España e Italia. Básicamente la cal hidráulica se comporta en la construcción como un cemento portland blanco pero con peores resultados.

Los franceses consiguieron su uso masivo prohibiendo en sus colonias, sobre todo en las norteafricanas, el uso de la cal aérea y obligando a usar la cal hidráulica.

Desde el siglo XVI hasta el primer cuarto del siglo XX la explotación de cal, en San Andrés de la Cal, por muy poca que haya sido, y aunque no hay registros que demuestren la cantidad, a no ser por la gran cantidad de los hornos y de su capacidad de producción, fue muy importante, ya que contribuyo en la construcción de edificios, prehispánicos y coloniales de toda la región. A principios del siglo XX, en San Andrés eran alrededor de 50 familias, y estaban organizados para que cada familia tuviera la oportunidad de utilizar alguno de los hornos, y los que no se dedicaban a la peonada leñando y manteniendo el horno encendido. En aquel entonces la jornada correspondía a $8.00 diarios. Por lo que cada horno al año producía alrededor de 10,000 kilogramos de cal viva, por 15 hornos que existen nos da una cantidad de 150,000 kg. de cal viva al año. El kilogramo se vendía a 10 centavos, nos da una cantidad anual, total de producción de cal viva de $15,000, después de la revolución. Si se toma en cuenta que la peonada se pagaba a $8.00 por día, el peón ganaba al mes $192.00 (sin contar los domingos) y al año $2,304.00. La última ocasión que se fabricó cal en el pueblo fue en 1950 ya que iba en aumento el éxito del cultivo de jitomate, el cual, para 1968 alcanza su mayor ganancia. Posteriormente, en el año de 1998 se volvió a quemar cal de forma experimental, y pude constatar el enorme daño que sufría el medio ambiente. Se tuvo que deforestar cerca de una hectárea de bosque para poder mantener encendido el horno de cal durante 4 días, por lo que aproximadamente se utilizó 9000 Kg. de leña para alimentar un solo horno. Algunos pobladores aún recuerdan que los cerros de alrededor tenían una apariencia de deforestación muy drástica en la década de los 50 del siglo XX.

COSTOS Y PRODUCCIÓN DE CAL VIVA EN 1998

Medidas ------------------------------------------------- 5 mts. diámetro.

Leña ------------------------------------------------------ 9,000 kg.

Piedra Caliza ------------------------------------------- 15,000 kg.

Piedra mal quemada --------------------------------- 7,000 kg.

Cal viva, producción  --------------------------------- 10,000 kg.

Tiempo de trabajo ------------------------------------- 96 Hrs.

Mano de obra ------------------------------------------- 4 personas x 96 hrs. $150 c/u. Más

                                                                           $400 por el trabajo del Señor del  

                                                                            Fuego.

 

Los hornos de San Andrés, constaban de dos partes, una inferior, al que se le llamaba el hogar o cámara donde tenía lugar la combustión de leña verde densamente apilada, que suele tener un contenido de agua superior al 50% (Nations 1979, Pike 1980), con lo cual había que obtener la temperatura de 1000° C. de 1 a 4 días y otra superior donde tenía lugar la cocción de la roca caliza, con este medio se convierte la roca caliza (CaCO3) en cal viva CaO.

Técnicamente los hornos controlaban la combustión en el centro, donde se concentraba el calor, evitaban la pérdida de calor mediante el aislamiento que produce la humedad de la capa externa de la madera, y tenían un sistema de ventilación que recibe aire frío del perímetro lateral, soltaba gases calientes a través de la piedra caliza que cubre la estructura. Por lo general todos los hornos de San Andrés eran estructuras idénticas. Cualquiera de los hornos que se conservan en un 50% podía quemarse al nivel de la superficie o en huecos excavados en la ladera del cerro Tenextepetl, o en algún lecho rocoso. Además de las variaciones en las formas de apilar, hay otras técnicas que podían utilizarse para facilitar la combustión o mejorar la entrada de aire y la salida de gases. Tal es el caso procurar “chimeneas” centrales verticales, o “callejones” laterales al nivel del piso, troncos en la base que elevan toda la estructura, métodos de ubicar la leña en lugares estratégicos para generar un patrón de quema controlado y ‘estantes’ que sostienen las estructuras y permiten introducir leña al centro durante la quema. Estas técnicas variaban de acuerdo al especialista o al Señor del Fuego Calero.

Bajo la dirección del Señor del Fuego, un horno se prendía a las 4 de la madrugada con hojas secas acomodadas en el centro inferior de la campana de leña para asegurar que ningún viento afectara la quema en las primeras seis horas esenciales, y para que el horno estuviera en su punto de mayor calor en la tarde y noche. La humareda húmeda inicial se convierte en gases incoloros y calientes que emergen a través de la roca mientras el fuego interior ganaba intensidad.

El fuego ardía y ascendía bajo la forma cónica invertida dentro de la estructura, el Señor del Fuego se podía acercar al borde de la pila, pero sin atravesar los lados paralelos. Troncos al perímetro ardían a un lado interior que estaba en contacto con la piedra caliza que ardía al punto de tener un color naranja encendido, mientras la parte exterior de la misma leña, a tan sólo 5 cm. de distancia, se mantenía frío gracias a la excelente calidad aislante de la madera húmeda. Durante el proceso la cal viva caliente caía lentamente al centro encendido, la externa rodaba periódicamente hacia adentro para ser consumida por el fuego en su parte interna, mientras la exterior servía para contener el calor que de otra forma sería irradiado fuera de esa parte del horno.

La mayor parte de los hornos tradicionales de San Andrés, varían de 1 a 4 mts. de diámetro. Pero no hay un límite específico de tamaño máximo. Los ejemplos mayores que son del tipo redondo toman cuatro días en quemarse.

Al final del proceso de quemado, la piedra de cal viva se observaba en el suelo dentro de un círculo de leña sin quemar, donde previamente descansaba la leña. Se construía un techo provisional alrededor para proteger la cal de alguna lluvia imprevista mientras se enfriaba la cal viva durante otro día. Al día siguiente el Señor del Fuego examinaba cuidadosamente la piedra de cal viva aun semi-caliente, sacando pedazos de carbón y de sílex, y apartando pedazos de piedra caliza a medio quemar de la parte superior central del horno, estas rocas de la parte central no se quemaban porque el calor proviene solamente de abajo y no se desechaban, ya que servían como capa aislante para contener el calor en la zona interior que contenía piedras más pequeñas. Estas piedras parcialmente cocinadas, son blancas por fuera y grises por dentro, podían ser quemadas nuevamente para producir cal viva de manera más fácil que con piedra caliza ‘fresca’, pero muchas veces se desechaban. Estos pedazos de piedra ‘fresca’ a medio quemar se les conocía como ‘piedra negra’ (aunque en la realidad el color natural de la piedra caliza es gris), y se guardaban para calcinarse después en algún horno pequeño del mismo tipo.

Una vez recogido y limpio el lugar. El especialista empacaba la cal viva en sacos para transportarla a pueblos como Amecameca, Chalma, Cuautla, Cuernavaca, y el Estado de México donde se procesaba.

Normalmente el proceso de apagado de la cal viva como ya mencionamos era echándole agua cuidadosamente, ya que suele suceder que reaccione porque tiene excesiva avidez por el agua, y a su contacto se vuelve caustica hierve a una temperatura de 90º C y puede llegar a quemar al brincar la roca; se sabe de personas que perdieron un ojo por no tener cuidado al querer apagar la cal. Se tenía cuidado del recipiente donde se hacía, ya sea de metal o de ciertos plásticos. Normalmente la piedra de cal viva se calienta y cambia de forma para convertirse en un polvo blanco brillante; actualmente se deja "cocer" durante la noche. Luego se cerne para remover los pedazos de piedra sin quemar y se vende para su uso inmediato en la comunidad. Es necesario guardarla en lugares secos. También es utilizado para el nistamalizado del maíz para la masa de tortilla.

Algunos Señores del Fuego quemaban algún horno durante la época de lluvias y dejaban la cal viva al aire libre para que se apagara de manera natural por dos o tres años, antes de ser utilizada en la construcción. Este método tradicional de apagar, era considerado necesario si se deseaba una cal durable que no se resquebraje. Todo lo descrito hasta aquí se ha perdido completamente.

            En cuanto a la descripción de Tepoztlán y sus pueblos Juan Gutiérrez de Liévana, en su Relación de la Villa de Tepoztlán de 1580, y que corresponde a la época de la Republica de indios… La estancia de San Andrés... dicen llamarse Acacueyecan...

Las primeras ocupaciones socioeconómicas de subsistencia a que se dedicaron los primeros pobladores de Acacueyecan y durante los 5 siglos de historia desde la conquista española fue y ha sido el de la caza y recolección, fueron leñadores, carboneros, caleros, fabricaban el papel amate y se cultivó maíz en tlacolol (terreno pedregoso) y en milpa de terreno plano con coa. Pero el producto natural que distingue al pueblo de San Andrés, es precisamente la cal, la cual al parecer, se empezó a explotar con la llegada de los primeros pobladores a la región. Esto lo atestigua la existencia de cal en la argamasa de las pequeñas construcciones prehispánicas existentes en los cerros de alrededor del pueblo. Construcciones que corresponden al parecer a lugares de algún culto ya que se encuentran en peñas, fortificadas por barrancos y desfiladeros. No se sabe en qué cantidad se explotaba la cal, ya que no aparece como tributo en el Códice Mendocino o en la Matricula de Tributos, aunque nos indican que todos estos productos se producían localmente.

Hay a lo largo de la falda del cerro de la Cal 15 hornos antiguos para quemar la cal, todos en ruinas llenos de hierbas, raíces y árboles que atestiguan la explotación que se hizo de este producto en el pasado prehispánico o cercano del pueblo (en lo que es el Texcal hay más de 20 hornos), sus nombres de norte a sur, son:

1) Zazocotepazola.              8) Tlachichinal.                                           15) Acolapa.

2) Acuitlapilco.                     9) Zacatlatenco.      

3) Zauihtenco.                      10) Sanyicals (el más grande, de 200 cargas).

4) Aiocalticpac.                    11) Tezcalamacotitla.

5) Tepeculiquian.                12) Teneztepec.

6) Tecontitla.                        13) Zalcomi.

7) Cocoloxtitla.                     14) Chilimonco.

 

            Todos tenían la capacidad de producir alrededor de 150 cargas en promedio, miden alrededor de 8 mts. cúbicos. Los hornos descansan sobre algún borde o cavidad natural, tapizado de piedra volcánica, dejando un orificio en la base para alimentar el fuego. Se colocaba leña verde en forma de cono invertido, después, cubriendo la leña, se formaba una campana de piedra caliza dejando un corredor para el aire en el interior del horno.  La cocción de la cal duraba de 2 a 8 días dependiendo el tamaño del horno, y el enfriamiento 5 días. El señor del Fuego, y macheteros auxiliares debían permanecer todo ese tiempo para alimentar el fuego.

            El fraile Juan Bautista, en una descripción del S. XVI sin mencionar el lugar nos da una descripción sobre la fabricación de cal, durante la Colonia:

... en las más partes de esta Nueva España está entre los naturales introducido que la cal no pueden quemar todos, sino algunos viejos señalados, los cuales, cuando algunos han de quemar cal, los llaman y venido toman un poco de piciete (tabaco) y ponenlo sobre 4 o 5 piedras sobre que se arma el horno, que dicen tenamaztli (casa de cal). Y por dentro del horno en el suelo y por de fuera, hacen unas rayas como aspas y una oración a Xiuhtecutli, que es el fuego, para que con su llama ayude.

Armado el horno, tienen su pulque aparejado y una gallina y un quemado el horno, derraman pulque por lo alto del borde del horno y en la boca baja sacrifican una gallina cortándole la cabeza. Suelen bailar delante de la boca baja por do respira el fuego, para todo lo cual, cada cosa en particular, dicen sus palabras que se pondrán al margen.[1]

            Otra descripción de Sahagún (1985: 39) dice que fue el dios Xiutecutli o Huehuetéotl, dios viejo o del fuego, quien hizo el carbón y la cal, además de la resina, la sal y la miel de maguey. También nos dice que:

El que trata en cal, quiebra la piedra de que hace cal y la cuece, y después la mata; y para cocerla o hacerla viva junta primero toda la piedra que es buena para hacer cal; y métela después en el horno, donde la quema con harta leña, y después que la tiene cocida o quemada, mátala para aumentarla. Este tal tratante unas veces vende la cal viva, y otras veces muerta, y la cal que es buena sácala de la piedra que se llama cacalótetl[2] quemada, o de la piedra que se llama tepétlatl.[3]

            La mención de estos dos dioses nos muestra que estos productos se obtienen con calor y con la intervención de manos de especialistas. Ruiz de Alarcón, nos ofrece un conjuro nahuatl para armar un horno de cal:

            Si desea hacer cal, pronuncie el maestro calero la siguiente oración ante el hacha antes de cortar la leña necesaria para formar el horno:

Ea, Dígnate venir, chichimeca rojo, porque está aquí el sacerdote que tiene por signo Uno Agua. Vosotros lo quemaréis, vosotros lo destruiréis. ¿En qué te ocupas, chichimeca rojo? Porque yo le daré aquí vida a mi hermana mayor, la mujer blanca. No codiciarás a los sacerdotes que traigo aquí. No tienen sangre, no tienen color. Soy yo mismo, el señor de los encantos.

Una vez cortada la madera, haga con ella el lecho de leña y diríjale estas palabras:

Ea, Dígnate venir, sacerdote que tiene por destino Uno Agua. Dígnate venir a echarte en mi horno encantado. Allí te harás humo, allí te harás niebla. Allí tendrá vida, allí nacerá mi hermana mayor la mujer blanca.

Diga después a las piedras que habrá de calcinar:

Ea, Ven, mi hermana mayor Uno Muerte, que aquí tendrás vida, que aquí nacerás. Mis hijos que están aquí no dispondrán inconsideradamente de las cosas. Te beberán, te comerán. Soy yo mismo, el señor de los encantos.

Al concluir esta invocación, arme el horno con las capas de piedra calera y con la leña. Antes de encender el cúmulo conjure al fuego para que cumpla correctamente su oficio:

Ea, Dígnate venir, mi padre Cuatro Caña, el que está centelleando, el rubio, madre de los dioses, padre de los dioses. Dignaos venir.

Ya vine a colocar mi estera florida sobre la que irás a sentarte. Pero no te detendrás.

Te apresurarás. Irás a comer. Vendrás rápidamente. Vivirá, nacerá la mujer blanca, porque aquí te están esperando mis hijos. No un cualquiera: soy yo mismo, el señor de los encantos.

Encienda el horno e invoque al viento para que el fuego no se ahogue y pueda distribuirse fácilmente por todo el cúmulo hasta salir por la parte superior:

Ea, Ven, mi hermana mayor, la mujer verde. Dígnate apresurarte, porque viene ligero mi padre, Cuatro Caña, el que está centelleando. Dígnate venir, viento verde. Dígnate venir a apresurar a mi padre, Cuatro Caña. ¿Qué es lo que hace? ¡Que se apresure! Tendrá vida, nacerá la mujer blanca. Frente a ella, sobre ella miraremos.

Bailen después el maestro calero y sus ayudantes alrededor del horno.

Ya de regreso a sus casas, beban pulque por el camino hasta quedar dormidos por la embriaguez y el cansancio.[4]

Aunque no corresponde a San Andrés esta descripción. López Austin (1993), aprecia en este conjuro que la quema de cal era un procedimiento complejo. Cada etapa tenía una oración dirigida a un dios específico que interviene en la quema de cal, después de prender el horno el maestro calero y sus ayudantes remataban el ritual con un baile y una borrachera.

Con respecto a este rito López Austin (1993: 30-34) nos dice que “La primera etapa comienza cuando el maestro calero se prepara a leñar, y termina cuando ha cortado la madera. La oración tiene dos partes: la invocación a los seres que ayudan y la alabanza que el maestro calero les hace para lograr su reciprocidad. El fin del conjuro es la conservación de los dedos de los leñadores ante la amenaza de que el hacha de cobre los traicione, para el maestro calero es importante usar los nombres apropiados. “El chichimeca rojo” es el hacha de cobre. Así identifica al instrumento, por el color del cobre y por su filo. Habla de la cal que producirá diciendo que dará vida a su hermana mayor la mujer blanca, se remite al parentesco manifestando la familiaridad del maestro calero con los espíritus que conjura. La madera es lo que tiene por signo Uno Agua, esto es, con la denominación calendárica indica que los árboles nacieron en la fecha Uno Agua de los días de la creación. Todos los árboles y los objetos hechos de madera pueden ser llamados Uno Agua”.

“Se puede ver que el hacha es una herramienta peligrosa. Cuando los espíritus son dotados de una naturaleza oculta con decisión y fuerza de acción hay poco margen para un accidente, ya que la fatalidad se explica por el entremetimiento de algún espíritu malo. El peligro del ataque es por hambre. El hacha desea la sangre del leñador. El maestro calero trata de convencer al chichimeca rojo, mintiéndole que no son humanos”.

“En la segunda etapa el maestro construye la cama de leña pidiendo a los leños que se tiendan para convertirse en humo, en niebla”.

“En la tercera etapa coloca las piedras de cal sobre la leña y les da el nombre calendárico de la cal en la que se han de transformar. La cal, como todos los elementos de naturaleza térrea, nació en el día Uno Muerte del ciclo de la creación. El maestro quita a las piedras el temor a los leños y al fuego”.

“En la cuarta etapa se arma el horno. Antes de encender el maestro el montón de leños, le dice al fuego, que tiene como propiedad invisible la sustancia misma del anciano dios del fuego, madre y padre de todos los dioses y le da su nombre calendárico, Cuatro Caña, y los de “el rubio” y el que está “centelleando”. Al conjurarlo lo invita a comer en la estera florida, o cama de leña que se cubrirá con las flores, o llamas del fuego”.

“En la quinta etapa del trabajo, el maestro calero enciende la leña y llama en su apoyo al aire. Las corrientes de aire deben de distribuir el fuego en el interior del horno y arrastrar el vapor de agua y el anhídrido carbónico que se desprenda de la roca caliza. Un horno mal ventilado se ahoga. Le da el nombre al aire, “mi hermana mayor, la mujer verde”. Suplica a su hermana a que avive al fuego, recordándole que el proceso dará el nacimiento de la cal, la mujer blanca que al final, presenciaran”.   

Algunos elementos de las descripciones del rito para la fabricación de cal concuerdan con creencias actuales, en San Andrés, como por ejemplo; la mayoría de los hornos están ubicados cerca de alguna de las cuevas donde se realizan los rituales agrarios de petición de lluvia, la existencia de espíritus buenos y malos; el humo resultante del horno se convierte en nube así como el humo de la caña de maíz durante la quema y rosa de la milpa, se hace una invocación a los “aires”.

En estas descripciones se pormenoriza la construcción del horno de cal y concuerda en la manera en que se construía el horno en San Andrés. Don Malaquías Flores nos dice que “Cuando se armaba la campana del horno se bendecía toda la herramienta y cuando ya estaba todo preparado se sacrificaba una gallina negra y se hacían oraciones para pedir a dios que la cal se quemara adecuadamente.”

También nos dice Don Genaro Mendoza con respecto al Señor del fuego, que “No necesariamente tenía que ser el maestrero calero anciano, que lo que interesaba era el conocimiento, aunque era muy bien visto el que fuera el maestrero de 50 años para arriba.”

Relatos “caleros” nos remiten a la descripción de ritos previos a una construcción, respecto al sacrificio de una gallina negra, el rezo a dios y a la participación de una persona adulta presidiendo dicho rito.

“Para los mexicas estos procedimientos se relacionan con el Tlaltícpac, la superficie de la tierra, y con el momento de la creación del mundo. La razón, es que hay un cambio en la sustancia” (López, 1993: 34). La piedra, que pertenece a un orden de cosas, se convierte en cal o materia térrea. El intermediario es el dios más poderoso, el que provoca las transformaciones, madre y padre de todos los dioses, el fuego, el único que puede cambiar el agua en vapor, la leña en combustible, el agua salina en sal.

Nos dice Don Genaro Mendoza que su papá era uno de los que más sabia del trabajo de la cal:

Durante la revolución la producción y quema de cal se detuvo completamente, por miedo a que la leva los agarrara en pleno trabajo en el horno. Cada horno producía alrededor de 100      cargas de cal viva y solo se quemaba cal durante la temporada de secas, cinco veces al año cada horno. Una carga de cal viva pesaba alrededor de 100 Kg.

Después de la revolución, los que regresaron se dedicaron de nuevo a la quema de cal por ser lo que nosotros sabíamos hacer y según me acuerdo la cal costaba en ese entonces diez centavos el kilogramo. Para la transportación de la cal se usaba mulas y burros, de lo cual había mucho en ese entonces. Cada mula cargaba una Carga y media (150 Kg.) y un burro una carga (100 Kg.). La mayor parte de la cal era llevada a Oacalco, aunque había ocasiones que se llevaba pedidos hasta Amecameca, Puebla, Chalma, Cuautla, a muchos lugares. En ese entonces la cal se usaba principalmente para la construcción y para el niscómil (nistamal), para las tortillas.

 

EL RITUAL

Las herramientas de todos aquellos que trabajan con el fuego, como por ejemplo el Señor del Fuego, el carbonero, el temazcalero, el panadero o el herrero., participan de un carácter sagrado común además del fuego, el martillo o marro, el fuelle o el aire, el yunque, el carbón o la leña, el hacha, y el horno mismo se revelan como elementos o seres sagrados que contribuyen a la puesta de escenificación de la creación, el fuego como espíritu purificador. Se supone que pueden obrar por su propia cuenta dentro de la naturaleza, por su propia fuerza mágico-religiosa, ayuda y da poder al especialista.

Por ejemplo los mossengere y los ba sakate creen que la dignidad del maestro herrero se concentra en el fuelle (Forbes).

En cuanto a los hornos, su construcción está rodeada de simbología y magia, y constituye todo un ritual propio de transformación de índole alquímica.

Todas las creencias relacionadas a la fabricación de cal viva no se limitan exclusivamente a la potencia sagrada de las rocas, sino se extienden a la magia de los instrumentos que  se utilizan, el hacha, machete, leña, y el horno. El arte de construir estas herramientas son de esencia sobrehumana mágica, ya divina, o demoniaca, el Señor del Fuego las construye como armas mortíferas para luchar y recrear la creación del universo. Es posible que al ritual mitológico de las rocas calíferas se añadan elementos de la misma cosmovisión local del ritual agrario o santoral católico del pueblo, que sobrevive desde la misma edad de Piedra. La herramienta de piedra como lo es el hacha de mano estaban cargados de una fuerza misteriosa: golpeaban, herían, hacían estallar, producían chispa lo mismo que el rayo. La magia ambivalente de las herramientas y armas de piedra, son mortíferas y bienhechoras como el propio rayo, y se transmitió amplificada a los nuevos instrumentos construidos, para tal efecto también al fuego y en horno. El martillo o el mazo, y el hacha, son herencias a los hombres de dioses de la guerra, y de la tempestad. Por eso los dioses de la tempestad, huracanes y vientos fuertes, y de la fertilidad agraria son imaginados como dioses forjadores. A si como los relámpagos y el granizo chispeante caen sobre la tierra derribando a los demonios. Los dioses de la tormenta golpean la tierra con piedras del rayo (obsidianas), son símbolos del hacha de piedra doble y de la maza. Toda la simbología, en torno, está elaborada alrededor de la fecundidad agraria y a la actividad hornero-minera de la cal, y es anterior a la metalurgia, pero contemporáneo a la alfarería y a la agricultura, y se enmarca en un universo religioso-espiritual muy especial que envuelve la caza, la recolección y la agricultura, pero sobre todo. Donde la deidad principal es derrotada por el más fuerte: el fecundador de la Madre Tierra.

En mi libro Culto a los Señores del Tiempo (Ruiz, 2001) analizo las cosechas rituales del elote y de la mazorca por medio de las deidades ‘dema’, (...) los demas aparecen en múltiples formas, y siguen a la vez siendo ellos mismos. La muerte (...) no significa el fin de su existencia, sino una multiplicación de sí mismos bajo diferentes aspectos y un nuevo principio (...) cada una de sus diversas apariencias inicia un rito, una costumbre, inventa un instrumento, enseña su uso contribuyendo de esta manera al aumento de elementos tanto naturales como culturales (...) los demas matan para crear nuevas formas de vida, y no sólo matan animales, sino con frecuencia seres de su misma especie. Las nuevas formas de vida surgen de sus huesos, de la sangre, del pelo y de las otras partes del cuerpo del ser muerto.[5] …el sacrificio del maíz, como ‘dema’, se entiende como muerte generadora en tanto propicia la transformación cósmica de la energía y del ciclo vida-muerte-vida, de los humanos y del mundo vegetal, que se ubican identificados en el plano sagrado …la transformación expresa una metamorfosis sagrada, y se encuentra relacionada con la muerte ritual, es decir, al sacrificio humano que en conjunto evidencia la presencia del maíz como divinidad, con características correspondientes a los ‘demas’ …En esta perspectiva analítica, tal vez la representación más completa de la cosmovisión de los “caleros” se relacione a la cosecha y la ofrenda con el sacrificio de los “Señores del tiempo” como deidades ‘dema’. El sacrificio simboliza un acto de intercambio energético mediante el cual los humanos entregarían sus productos a los “Señores del tiempo”, recibiendo a cambio los frutos de la tierra, a través de la muerte.

En mi opinión, de aquel entonces (Ruiz, 2001) era que la cosmovisión de los “caleros” está relacionada con rasgos particulares de las deidades ‘dema’, y que puede advertirse en la fauna mítica y en las ofrendas. En una reinterpretación más elaborada, contemplo que estas deidades primitivas se reencuentran también en la transformación de la roca caliza.

Así mismo reinterpreto que las creencias religiosas de los “caleros” en torno a las relaciones “maíz-hombre” u “hombre-maíz” completan el armazón simbólico asociado a las deidades ‘dema’ a través de la transformación simbólica de la cal, del medio ambiente, de la naturaleza como del maíz, del alma del Huehuentle y del Señor del Fuego. El maíz es el alimento principal del pueblo, de él se formó el hombre, así mismo la transformación de la roca y de la naturaleza permite al Señor del Fuego transformar su alma.

            Si partimos del supuesto de “la creencia en que a través de una transformación se alcanza una nueva vida en la que se mantiene la identidad del transformado nos indica, por una parte, que existe una conciencia realista de la transformación, y, por otra, que hace su aparición en escena lo imaginario como una de las formas de percepción de la realidad y que el mito entra a formar parte de una nueva visión del mundo. Tanto lo imaginario como el mito se convertirán a un mismo tiempo en productos y coproductores del destino humano” (Morin, 1974: 115).

En este nivel religioso la idea de la creación es operado por un ser supremo que pasa a la penumbra para ceder su lugar a la idea de la creación por hierogamia y sacrificio sangriento. Se transforma el concepto de creación por la de procreación. Esta es una de las causas por las que encontramos en la mitología minera calera los motivos de una unión ritual y sacrificio sangriento. Aunque pueden aparecer ambas concepciones míticas en algunos casos.

Al acelerar la transformación de la piedra en cal viva, el Señor del Fuego acelera el ritmo del tiempo temporal geológico, por el del tiempo vital humano. Este proceso de quemado de la roca caliza, es una maduración forzada de la roca en cal viva, como la maduración del maíz, la roca tiene un color distinto en su madurez al de su comienzo, así mismo la madurez del alma del Señor del Fuego y de sus ayudantes, del Huehuentle y de sus iniciados cambia en sabiduría.

El Señor del Fuego adopta la transformación de la materia que se encuentra en la naturaleza, al mismo tiempo que trabaja para transformarse espiritualmente a sí mismo.

El papel del sacrificio de pollos o guajolotes enterrados bajo el horno o en la casa habitación, como ya lo hemos visto, representa un ritual de sustitución ya que aseguran la comunicación y la unión mítica con lo alto y lo bajo, constituyendo con esto una unión de contrarios (cielo-tierra, macho-hembra) y eran también imagen de la totalidad cósmica. A este respecto se tiene el leve recuerdo que las rocas de cal eran clasificadas con algún sexo especifico, y en su cocción o fusión participaban jóvenes de ambos sexos vírgenes, los varones echaban leña al horno y las mujeres son las que le echan agua a la roca para probar el cocimiento de la roca, y  solo así se ve la buena obra de transformación de la roca virgen en cal viva. Aunque en mayor consenso se dice que es el sexo masculino el que interviene en el proceso de horneado total. La humedad (agua) contenida en la leña, y el fuego operaban en la transformación de un mismo elemento, gracias al trabajo y la magia del Señor del Fuego.

Mientras la producción de cal de los hornos podía ser predicha, con una gran variedad en la eficiencia. Los factores que afectaban la eficiencia de los hornos incluían la habilidad del Señor del Fuego, el viento, la lluvia, el colapso estructural, el derrame de piedra, el contenido de humedad de la madera, el tamaño de la leña, la falta de combustible, piedra caliza húmeda, piedra de mala calidad con impurezas, piedras muy grandes, y exceso de piedra. El objetivo del Señor del Fuego era equilibrar estos factores para alcanzar el mejor resultado utilizando su conocimiento técnico y mitológico.

La promoción del sacrificio de algún animal es a condición de recordar toda creación cosmogónica y antropogónica que refuerza las homologaciones entre el hombre y el cosmos, porque el cosmos deriva de un gigante primordial. Así podemos referirnos, por ejemplo, a los ritos de consagración en la construcción de algún templo, casa habitación, o algún horno, por medio de los cuales se transfiere el alma del animal sacrificado a la construcción misma, la cual se convierte en el cuerpo del sacrificado.

El Señor del Fuego contemplaba rituales de sacrificio de una gallina al centro del horno, así como se escogía un punto o lugar para consagrar para construir el horno, de esta manera demarcaba y protegía, observando una orientación hacia el Oriente-Occidente, direcciones sagradas. También se consensa el uso de ofrendas de maíz, mole, y agua ardiente, todo en cerámica de barro, y que podían ser quemados al centro del horno; se prohibía la presencia de las mujeres. Tanto en las antiguas prácticas aztecas (Ruiz de Alarcón 1984), como en las que han sobrevivido de los mayas, la cal producida era considerada una entidad femenina pura (a la que llamaban Señorita Blanca, Sac Chupal en maya, o Yztac Cihuatl en Náhuatl, la cual era creada y liberada en el proceso de transformación de piedra caliza en cal viva.

El temazcal es un baño de vapor muy difundido en todas las culturas prehispánicas, y obedecían a conceptos mágico-religiosos con observaciones médicas efectivas. Su finalidad era la purificación ritual del cuerpo humano, bajo la tutela de la madre de los Dioses Temazcalteci, cuya imagen siempre estaba en cada fachada de los temazcales.

Actualmente, específicamente en San Andrés de La Cal, los temazcales han sido en todo tiempo construidos por el medico tradicional. El material utilizado en sus modelos circulares, (semejante a un iglú esquimal de hielo), tradicionales prehispánicos fue de piedra de texcal, o de ladrillo cocido, aunque también existe modelos rectangulares. Actualmente se está introduciendo un modelo tradicional de temazcal de los indios dakota, construido de forma hexagonal por varas entrelazadas que forman una estrella de seis puntas al centro del temazcal; finalmente el temazcal se cubre de mantas de algodón, lonas gruesas enceradas, o petates de palma. En cada uno de los modelos redondos se recrea simbólicamente la creación de la Madre Tierra; el baño simboliza la purificación por medio del fuego aplicado a la roca, para crear el calor y recrear la lucha interna entre el bien y el mal. La entrada de lo temazcales son al oriente.

Una vez prendido el hornillo o la fogata donde se calienta la roca volcánica, el enfermo acompañado por el medico tradicional, y del sexo opuesto, rocía agua a las rocas, o la pared caliente con infusiones de hierbas medicinales, lo que llena el pequeño espacio de vapor caliente. El medico tradicional azota el cuerpo del enfermo con  hierbas medicinales. Los usos médicos son variados; se usa para la higiene y descanso del cuerpo como del alma, para quitar la fiebre, aliviar y curar heridas, o mordidas de serpientes o picaduras de animales ponzoñosos, se usa para atender partos y el pos-parto de la madre como del recién nacido.

Se ha comprobado un  gran poder terapéutico en la aceleración circulatoria, en la dilatación capilar y arterial, en el drenaje linfático, en el relajamiento muscular, y el aumento del metabolismo local de los tejidos.

Hay que resaltar el hecho de que en San Andrés de la Cal, al introducir la roca volcánica de texcal, calentada al rojo vivo, al temazcal se le llama dándole la bienvenida ‘Abuelita’ o ‘Madrecita’ (Madre Tierra): Tonantzin.

También en San Andrés de la Cal, la piedra caliza (muy diferente a la roca de Texcal), transformada en cal viva era llamada Señorita Blanca o Yztac Cihuatl. Ambas rocas intervenidas por el fuego, el Abuelito: Xiutecutli.

El Señor del Fuego como Sacerdote cumplía, como interventor del Dios Patrono, en la trasformación de la roca, y por el otro lado en la madurez de la enfermedad en el caso del temazcal.

Por último, quiero destacar el papel femenino en el cocimiento alimenticio en el contexto domestico a través del fuego, lo cual demuestra que no hay un uso exclusivo de este elemento; en el caso del Señor del Fuego, solo se está resaltando que hay espacios físicos y temporales donde se recuerda el hecho mítico de la creación, en la cual interviene un Dios varón.

El conocimiento adquirido mediante este estudio sobre los restos arqueológicos y simbólicos que dejaron estas costumbres ha hecho posible encontrar evidencia arqueológica de hornos de cal mesoamericana, colonial, o posterior en San Andrés de la Cal. Los restos dejados por las caleras generalmente incluyeron piedra mal quemada y trozos de sílex quemado, tierra oscurecida y carbón vegetal. También es posible hallar tierra fundida y greda enrojecida. En los casos de hornos construidos en oquedades naturales, se han podido encontrar huellas dejadas por el fuego.

 

BIBLIOGRAFIA

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Sahagún, Fr. Bernardino de. 1985.

Historia General de las Cosas de Nueva España, Editorial Porrúa, México.



[1]  Sahagún, 1985: 130.
[2] Piedra del cuervo. Cierta piedra que estalla al ser puesta al fuego. Sahagún, 1985)
[3]  Tepetate. Sahagún, 1985: 570.
[4]  Garza Sánchez, 1988: 91.
[5] Hanger, 1978: 88-89, citado por Báez-Jorge, 1988: 79-80.